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Hasta el próximo verano, Cantabria

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Llevo ya cinco días en Bailén desde que dejé las vacaciones cántabras, y ha llegado el momento de acometer la titánica tarea de decidir qué hacer con el arsenal de fotos que ha quedado acumulado...

A falta de una buena cohesión que pueda vertebrar dos o tres entradas diferentes donde agrupar todo el batiburrillo de fotos, al final me decido por hacer una macro recopilación como la que hice con los Pedroches-Sierra Madrona-Valle de Alcudia... unas fotos son las que más me gustan y me parecen (modestamente) las mejores, otras son directamente malas pero las deseo enseñar por el satisfactorio hecho de aparecer especies que no son precisamente frecuentes de avistar.

He tenido la suerte de contar con nuevas especies (treparriscos, picamaderos negro, gorrión alpino, verderón serrano, negrón común, tritón alpino, tritón palmeado, salamandra común) y otras que raramente veo en mi tierra (alimoche, alcotán, y el repertorio de aves acuáticas). Aparte de lo mostrado, quisiera destacar unas especies que estuvieron demasiado lejos para fotos o que directamente no colaboraron para la causa.

- Gavión.
- Zarapito real.
- Zarapito trinador.
- Picamaderos negro.
- Cárabo (escuchado).
- Lechuza (escuchada).
- Chotacabras europeo (escuchado).
- Charrán patinegro.
- Espátula.
- Archibebe común.
- Chorlitejo chico.
- Porrón común.
- Porrón moñudo.
- Pato colorado.
- Garza real.


También es muy destacable la grata compañía de este año. Además de contar con Alberto como el año pasado, en esta ocasión se han unido Miguel, Ramón y Silvia, de modo que atrás quedó el pajarear a solas por estas tierras. ¡Y menudos compañeros! Así da gusto escudriñar Santoña, la bahía de Santander, Peña Cabarga, el parque de la vaca, la ría de Cubas y demás parajes.

Y no me enrollo más, os dejo con lo que he seleccionado:


Andarríos chicos (Actitis hypoleucos)

Agujas colinegras (Limosa limosa)

Milano negro (Milvus migrans)

Cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis)

Cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis)

Ensenada de San Bartolomé

Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Santoña

Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Santoña

Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Santoña

Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Rubayo

Alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio) macho

Alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio) hembra

Praderías

Focha común (Fulica atra)

Zampullín común (Tachybaptus ruficollis) con su cría

Focha común con leucismo

"Aves y estrellas"

Familia de fochas

Pareja de garzas imperiales

Garza imperial (Ardea purpurea)

Atardecer en Santoña

Negrón común (Melanitta nigra) hembra o juvenil
Elechas-Pedreña

Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus)

Mochuelo (Athene noctua)

Mochuelo (Athene noctua)

Santoña

Cigüeña blanca (Ciconia ciconia)

Jilguero (Carduelis carduelis)

Ratonero común (Buteo buteo)

Erizo europeo (Erinaceus europaeus)

Autillo (Otus scops)

Tritón palmeado (Lissotriton helveticus) recién metamorfoseado

Cabra con Elechas al fondo



Atardecer en la ensenada con los cisnes

Abejero europeo (Pernis apivorus)

Buitre leonado (Gyps fulvus)

Milanos negros

Elechas

Bando de ostreros (Haematopus ostralegus)

Ostrero con pequeñas limícolas... ¿correlimos?

Gaviota cabecinegra (Larus melanocephalus)

Charrán común (Sterna hirundo)

Peña Cabarga

Pinguicula grandiflora

Verderón serrano (Carduelis citrinella)

Verderón serrano (Carduelis citrinella)

Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Santander

Alimoche con milanos negros

Pito real (Picus viridis) joven

Caballos en Peña Cabarga

Milano negro (Milvus migrans)

Milano negro (Milvus migrans)

Alcotán (Falco subbuteo)

Cisne vulgar (Cygnus olor)

Alimoche (Neophron percnopterus)

Musaraña sin identificar

Conejo (Oryctolagus cuniculus)


Me alegra deciros que en estos días ya he recopilado material de mi adorada Sierra Morena que pronto veréis, con esas especies típicas mías y alguna que otra cosilla... mientras tanto que nos despidan el atardecer y la luna llena sobre el pueblo de Elechas...







Volviendo a la tierra del lince

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Al fondo, Baños de la Encina


Puedo ya mostrar algo de lo visto en la semana que llevo de regreso en mi tierra, y voy a comenzar con la Sierra de Andújar con ocasión de haber visto de nuevo al felino más amenazado del mundo...

Tras el tiempo pasado en Cantabria, vuelvo a los paseos por zonas de encinar y monte bajo donde no es difícil avistar ciervos (Cervus elaphus), tanto ciervas con crías como los grandes venados que pronto atronarán la sierra con los bramidos de la berrea.












Otros ungulados vistos han sido unos pocos machos de gamo (Dama dama) luciendo sus grandes cuernas en forma de palas y un grupito de muflones (Ovis musimon) en la lejanía.





Todo esto bajo la mirada de los muchos ojos que tiene el monte, como por ejemplo el mochuelo (Athene noctua) haciendo gala de la flexibilidad del cuello de las rapaces nocturnas, o el esquivo pito real (Picus viridis).





Viendo el secarral de las fotos anteriores ya os podéis hacer idea del calor en Jaén en pleno agosto, por lo que una tarde opté por pasear junto al río Jándula en una salida más fresca, al igual que debió pensar una cierva que apareció junto a la orilla opuesta.
Hay posibilidades de ver nutrias, o incluso al mismísimo lince... y no vi a ninguno de los dos. Pero sí disfruté (aunque lejos) de un martín pescador (Alcedo atthis) dando de comer a otro que imagino que será su pollo crecidito, y de un martinete (Nycticorax nycticorax) con pinta de estar de paso.











Al caer la tarde, un par de bultos sobre una roca granítica casi me dio un susto (en el buen sentido)... ¿¿linces?? Pero al enfocar nerviosamente comprobé que sólo se trataba de una familia de perdices (Alectoris rufa).




Quiso la fortuna que unos días más tarde, justamente ayer en el día de mi 32 cumpleaños, la naturaleza me hiciera un regalo en forma de avistamiento del lince ibérico (Lynx pardinus).
Los rabilargos fueron nuestros aliados, ya que los gritos de alarma al ver al gran gato hicieron que pudiéramos descubrirlo. Lástima que pronto se metiera entre los arbustos y no me dejara hacerle un retrato decente, pero... ¡¡lo vimos!! Un gustazo ver por cuarta vez al animal más emblemático de nuestra fauna.






 Menuda forma de regresar a casa... ¡con lince incluido! Dentro de poco iremos viendo en otras entradas más cosas que he ido viendo...

Vencejos cafres y otras cosillas en Despeñaperros

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Durante la primavera y parte del invierno ha tenido mucha presencia en el blog el Parque Natural de Despeñaperros, y no es para menos con su agreste y salvaje naturaleza de collados y cerros repletos de bosques muy bien surtidos de fauna serrana, donde se siente comodísimo todo aquel amante de los buenos paseos montanos sin vallas ni limitaciones debidas a la propiedad privada.

Este año tenía muchas ganas de pillar por fin a los vencejos cafres (Apus caffer) que anidan por la zona, y el día 10 los trinqué por fin.
Hablamos de una especie curiosa, procedente de África y que nos está colonizando de forma reciente desde los años 60. Hay más casos así, como el archiconocido del elanio azul, y otros que acabarán por ocurrir como el del ratonero moro.
Tenemos alrededor de 150 parejas de este vencejo en España actualmente, y de momento se encuentra en Cádiz, Málaga, Córdoba, Jaén, Sevilla, Huelva, Ciudad Real, Toledo, Cáceres y Badajoz. Justamente nuestra Sierra Morena de Jaén es uno de los mejores sitios, donde anida usurpando los nidos de la golondrina dáurica (otra colonizadora de tiempo atrás), y así es como encontré a los ejemplares de esta entrada cuando me fijé bien en unos peñascos donde las idas y venidas de las golondrinas eran constantes.

Las fotos salieron como me permitieron estos pequeños proyectiles vivientes, pero se reconocen bien y podemos ver sus características, sobre todo ese obispillo blanco que disipa la confusión con vencejos comunes. Otros rasgos son el color oscuro en contraste con su pálida garganta, y la línea blanca detrás de las alas.











Ya puestos, no estaba de más probar algunas fotos con los aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris), que también son pasmosamente ágiles pero se dejaron mejor que los vencejos.







En todo roquedo que se precie no es nada raro que haya una pequeña colonia de buitres leonados (Gyps fulvus). A éstos los pillé tomando las térmicas en su ajetreo diario, mientras sus pollos ya crecidos aún siguen gritándoles pidiendo que los alimenten.








Muy cerca hay varias parejas reproductoras de culebreras (Circaetus gallicus), y a ésta la vi precipitarse ladera abajo en un lance de caza... que falló... todavía no ha llegado mi oportunidad de presenciar toda la secuencia de caza de estas especialistas devoradoras de ofidios.






Uno de mis objetivos en la zona era ver la pareja de águilas perdiceras (Hieraaetus fasciatus), pero no se quisieron dejar ver. Sin embargo, vi entre los buitres dos siluetas de menor tamaño, y al posarse pude localizar una de las aves y comprobé que parece tratarse de uno de los pollos de este año... 
La foto puede ser de lo peor del blog, sin ninguna duda, aunque más o menos se intuye el pollo.




Tranquilos, que la última foto de la entrada no será la infra-fotografía del águila. Dejaré esta imagen del castillo de Navas de Tolosa, recordando que hablamos de una zona que en el pasado fue atronada por el clamor de batallas medievales.



Los dominios del lince ibérico

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Por fin llegó el momento de escribir una entrada que, desde antes de acabar de ser redactada y publicada, ya se ha convertido automáticamente en una de mis preferidas.
Estoy contentísimo de poder compartir con todos vosotros, amigos y lectores que pasáis por aquí a echar un vistazo, uno de los momentos más emocionantes de mis experiencias en la naturaleza cuando, al fin, tuve un encuentro cercano con uno de los animales más especiales de nuestra fauna ibérica y mediterránea.
El día 8 de este mes tuve una observación fugaz de un lince ibérico (Lynx pardinus), como muchos pudisteis ver en una entrada de la semana pasada, y desde entonces se encendió en mí una llama persistente por volver a ver otro ejemplar... ¡¡pues se ha cumplido!!
Después de tres salidas por la Sierra de Andújar, el lugar donde existe la única población viable de la actualidad, a la cuarta intentona tuve la colosal fortuna de encontrarme con uno a una distancia tan cercana que no imaginé ni en fantasías.
Aquí lo tenéis, una hermosa y elegante hembra que me tuvo con el corazón galopando durante el rato que paseó ante mi ensimismada mirada durante el tórrido mediodía del 15 de agosto.
No me fui hasta asegurarme de que el silencioso felino se hubiera adentrado en los matorrales, porque estaba demasiado cerca para mi gusto de una carretera.... una bastante transitada por domingueros inconscientes y egoístas que no respetan las muchas señales que dicen claramente "Zona de paso de lince ibérico" y la prohibición de circular a más de 40... algo que no me gustó ni un pelo a tenor de las recientes noticias de atropellos.
¡¡¡Tenemos un felino que existe sólo en nuestro país, y no somos capaces de cuidarlo porque queremos correr con el coche!!!






Biotopo de lince ibérico

¡Pero que no acaba aquí la cosa! Ver al felino más escaso del mundo (que es también el mamífero más amenazado de Europa) ya es por sí solo un acontecimiento sin parangón, como para tener una entrada de blog para él solo, pero tened en cuenta que he estado durante dos mañanas y dos tardes (en cuatro días distintos y no consecutivos) en un parque natural espectacular, y durante la búsqueda del gran gato he disfrutado de una magnífica representación de la fauna típica de estos lares.
La Sierra de Andújar es uno de mis sitios preferidos para pajarear a pesar del inconveniente de estar dominado por las vallas de fincas ganaderas y cinegéticas, aunque por suerte la insistente propiedad privada no es omnipotente y hay zonas para pasear a gusto, y además siempre se puede hacer un buen "safari" en coche por sus carriles y pistas. Podemos estar de acuerdo o no con la ganadería brava y la caza, pero el caso es que estos lugares constituyen un refugio para la fauna local que se acantona en estos bastiones del monte mediterráneo.

Así, por ejemplo, es sencillo ver las especies cinegéticas como perdices (Alectoris rufa), ciervos (Cervus elaphus), gamos (Dama dama) y muflones (Ovis musimon). Fue destacable que dos venados empezaran a bramar y a pelear en un pequeño adelanto de la próxima berrea.










Cerro de La Cabeza

En dos ocasiones tuve el placer de observar a otra especie que también sólo tenemos en la península, otra estrella de nuestra fauna: el águila imperial ibérica (Aquila adalberti).
Una mañana empezó este precioso adulto a reclamar y volar por las laderas, hasta que comprendí el motivo al ver que se lanzó en un vertiginoso picado (increíble el sonido al cortar el aire ante mí) para arremeter furiosamente contra un ejemplar joven. Esto en su momento ya fue una experiencia emocionante... si supiera lo que me esperaba después con el lince...












Los cielos serranos estuvieron surcados por otros colosos planeadores, sobre todo los buitres leonados (Gyps fulvus). Otros maestros de las corrientes que se dejaron ver fueron el buitre negro (Aegypius monachus), la culebrera (Circaetus gallicus) y una pareja de cigüeñas negras (Ciconia nigra).
A las cigüeñas negras las vi en la misma mañana de mi encuentro con el lince, y me hizo especial ilusión porque hasta ahora siempre tenía la mala suerte de no verlas en Andújar.









Embalse del Jándula

También pasé momentos realmente entretenidos con otros voladores de envergadura mucho menor, sobre todo con las ágiles aves insectívoras que dominan el arte de la captura en vuelo.
Lo mejor fueron los abejarucos (Merops apiaster), con sus inconfundibles reclamos y piruetas en torno a las colmenas de abejas (cosa que le gustará mucho menos a los apicultores), y cazando en los valles en compañía de aviones comunes (Delichon urbica) y golondrinas dáuricas (Hirundo daurica).
Los vuelos de abejarucos y golondrinas dáuricas por los campos de mi tierra son una estampa estival que echo en falta durante los meses fríos.

















Ocaso serrano


Antes de acabar, con las fotos de atardecer de rigor que acompañan muy bien el final de una entrada, dejo como dato fenológico una foto de esta mañana con un par de abejeros (Pernis apivorus). Es posible que se trate de una pareja local, pero lo podemos interpretar como avanzadilla de la migración inminente de la especie, pues he estado además viendo bandos de milanos negros durante estos días.




Dejo para terminar una pequeña lista con otras especies observadas:

- Conejo.
- Milano negro.
- Águila calzada.
- Pito real.
- Pico picapinos.
- Oropéndola.
- Abubilla.
- Rabilargo.
- Urraca.
- Arrendajo.
- Curruca rabilarga.
- Alcaudón común.





Nocturnidad...

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Sabéis ya, los asiduos lectores, que me encantan las salidas nocturnas en busca de la fauna que hace su vida al amparo de las sombras, y ahora en verano es un verdadero placer conducir tranquilamente por carreterillas de olivar y pistas de tierra con las ventanillas bajadas, con el aire nocturno cargado del sonido de los grillos y algún que otro reclamo de criaturas de la noche, es muy relajante y nunca sabes si te puedes topar con alguna sorpresa.

Los mochuelos (Athene noctua) se dejan ver de día y no voy expresamente buscándolos a ellos, pero más de una vez están allí y estas noches he visto bastantes posados en el mismo asfalto o en las cunetas. A pesar de la cantidad de ejemplares vistos, sólo uno fue tan confiado como para dejarse afotar de manera que el flash le alcanzara bien, los otros se dedicaron a torearme de mala manera (como el de la segunda foto, que incluso correteó como una gallina).






Los chotacabras cuellirrojos (Caprimulgus ruficollis), antes conocidos como chotacabras pardos, son un clásico en mis salidas nocturnas, y admito que esta especie me gusta especialmente. Recordemos que sólo viven en la Península Ibérica y el norte de África, y los veo como unas aves muy propias del período estival en mi tierra, como los abejarucos y las golondrinas dáuricas por ejemplo.
Tuve un par de noches en las que me pude poner las botas con un buen número de encuentros, pero los conductores inoportunos me lo chafaron... lo positivo es que al menos ésos no acabaron atropellados (la gente y sus prisas, una vez más).






Las observaciones de mamíferos no se quedan precisamente atrás. Lo más frecuente es encontrar conejos y liebres, además de otros como musarañas y lirones caretos. O también este murciélago de borde claro (Pipistrellus kuhlii) que descansaba bajo un puente (que conste que sé la especie porque me lo ha dicho Alberto Benito, que yo no tengo ni idea de quirópteros), o un joven ejemplar de erizo (Erinaceus europaeus) mostrando su clásico método de defensa.












Eché en falta dar con algún reptil, como por ejemplo alguna culebra, pero a cambio topé con un par de artrópodos interesantes. El primero es la araña lobo (Lycosa tarantula), que ya se estrenó en el blog hace pocos meses, y el otro es un ortóptero muy curioso... no sé a qué especie pertenece ese saltamontes, pero pudimos comprobar que iba tanteando el terreno con sus larguísimas antenas que doblaba como si de un par de extremidades más se tratara, cosa que hace pensar que está adaptado a moverse en la oscuridad.







Me reitero diciendo que disfruto muchísimo con estas salidas, que algún día quizás me deparen fotos de lechuzas, garduñas o tejones, quién sabe. Si empecé la entrada con el cuarto creciente, que sea la luminosa y brillante luna llena de ayer la que nos despida....




Las aves y yo empezamos a migrar

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Embalse de Zocueca


Estamos acabando el mes de agosto y hemos estado presenciando los movimientos migratorios de las primeras aves que comienzan esos grandes viajes que seguiremos observando durante septiembre y parte de octubre. Al igual que yo, que pronto dejaré mi pueblo para irme a vivir hasta julio en Sevilla, aunque ya sé que es una minucia en comparación con las aves que alcanzan el África subsahariana...

Es algo que siempre nos llama la atención, y que durante mucho tiempo ha sido bastante desconocido para el hombre. Como cuando se creía que los ánsares y barnaclas (a los que nunca se veía con pollitos) nacían de los percebes, o la creencia egipcia de que las golondrinas salían del barro en invierno (ellos no sabían que habían estado criando en Europa hasta ir a su país a invernar).

Unos periplos fatigosos y llenos de peligros, y no sólo por causas naturales. Que se lo pregunten a esta pobre tórtola común (Streptopelia turtur) con un ala herida que se escabulló entre los cardos, congénere de otras muchas que son abatidas en sus migraciones.






Bailén no es el mejor sitio de España para comprobar el paso migratorio, esto no es Tarifa obviamente, pero las charcas de las afueras atraen todos los años a algunos viajeros que paran aquí a reponer fuerzas y nunca sabes qué te puedes encontrar, como cuando el año pasado me topé con una solitaria espátula.
Los andarríos grandes (Tringa ochropus) son unos habituales, así no tanto como la garza imperial (Ardea purpurea), a la que he podido ver en primavera y ahora también el pasado día 26.





Los milanos negros (Milvus migrans) son un clásico con sus grandes bandos en estas fechas, y durante buena parte del mes he estado viendo concentraciones muy numerosas de estas oportunistas rapaces.



Ejemplar juvenil



Con los abejeros (Pernis apivorus) no he tenido mucha suerte y no he topado aún con ninguno de esos enormes bandos que me encantan. Sólo he visto una pareja el día 18 en El Centenillo (no descarto que fuera una pareja nidificante, nunca se sabe), un grupito de 4 ejemplares con un milano negro Cerca de Vilches el día 22, y un ejemplar aislado del día 20 que dejo para el final (saltándome el orden cronológico) por lo curioso que me pareció. 
Me explico, este abejero estaba en Sierra Mágina (más al sur de ese corredor natural de Sierra Morena y el valle del Guadalquivir), él solo y volando junto a unos abejarucos que se estaban alimentando de himenópteros, cosa que me hace pensar que sea un individuo que viva allí.





Cuando avance octubre dejaré de ver a dos de mis especies favoritas, el águila calzada (Hieraaetus pennatus) y la culebrera (Circaetus gallicus), a las que aún veo mucho, incluso en los olivares.
Es algo que me apena, durante los meses fríos echo mucho de menos a especies así, mi tierra se vuelve más sosa durante el invierno con la considerable disminución de especies y la escasísima compensación invernante.








Como nota curiosa, dejo la cita de tres vencejos cafres (Apus caffer) en Andújar el día 20. La foto es horrenda y poco se le nota el obispillo blanco, pero os garantizo que lo pude observar bien.





Pasemos a otra zona, el embalse del Guadalén, cerca del pueblo de Vilches, una zona que he conocido este mes y me ha parecido muy interesante, con sus grandes números de somormujos y bandos inmensos de cormoranes. Además de cosas como las que vamos a ver...
Además de las concentraciones de chorlitejos chicos (Charadrius dubius) destacaron los muchos abejarucos (Merops apiaster), otros que también se irán pronto. No sé si es porque se están congregando, pero el caso es que los he estado viendo (y oyendo, no paran callados) más que nunca.


Vilches


Abejaruco juvenil






¡Mucho ojo! Que este embalse me ha dado una de las sorpresas del verano, cuando el día 22 vi en una torreta algo con pinta de culebrera... pero resultó ser una soberbia águila pescadora (Pandion haliaetus). Es una especie rara de ver en Jaén, pues dependemos de que en sus jornadas migratorias decida pararse en tal o cual embalse a su capricho, y que tú estés precisamente en ese lugar y día.
Esto supone que, si consigo ver a los quebrantahuesos de Cazorla, ya habré visto a todas las rapaces diurnas en mi provincia.








Como decía más arriba, durante el invierno echaré de menos la presencia de especies como el águila calzada, la culebrera, el cernícalo primilla, el abejaruco, el chotacabras cuellirrojo, el alcaudón común, el cuco, la golondrina dáurica, el vencejo real, y un nutrido etcétera.
 Aquí sólo recibimos algunas avefrías, unos pocos esmerejones (poco dados a dejarse ver), bisbitas, lúganos, unos pocos chorlitos dorados si llega una ola especialmente fría... cosas así. No es como en las zonas donde se recibe un buen contingente de invernantes asociadas a los ambientes acuáticos, ni contamos con la carismática presencia de las grullas.

Por suerte, hay otras muchas especies interesantes que siempre están con nosotros. Durante todo el año disfrutaré de los enormes bandos de buitres leonados (Gyps fulvus) que suelen contener algunos buitres negros (Aegypius monachus). O de la formidable águila real (Aquila chrysaetos), de la que dejo una foto espantosamente fea, pero me he visto en el deber de mostrarla porque sólo he visto tres ejemplares en todo el mes.
Para el final dejo uno de los motivos por los que me ha encantado el embalse del Guadalén... ni más ni menos que la ortega (Pterocles orientalis), especie que por fin he podido ver en mi provincia y muy cerquita de casa, porque resulta que le gusta acudir a beber allí.








Y esto no es todo lo que vais a ver de las migraciones, aunque será en otra zona distinta y tendrá su entrada específica... ya lo veréis... Mientras tanto, sigo con mi peculiar migración a pequeña escala hacia Sevilla.

La comadreja simpática

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Mientras preparo futuras entradas (tengo unas buenas remesas de fotos aún acumuladas) os voy a presentar a un pequeñajo que no puedes evitar que te haga gracia.
Estaba yo la mañana del día 22 de agosto (sí, la misma mañana que vi al águila pescadora) acompañando a mi mejor amigo a volar su halcón peregrino, mientras le enseñaba de paso los entresijos de la cetrería a un chaval.
Y así fue cuando, mientras se le daba de comer al halcón, una cabeza curiosa asomó del tronco de un olivo y así apareció una comadreja (Mustela nivalis), nuestro carnívoro de menor talla.
Era muy divertido verla asomarse alternativamente por un lado del tronco y luego por el otro, hasta que salió corriendo hacia otro olivo.





Eché un vistazo al lugar de donde había salido, y el enorme tronco hueco comunicaba con una guarida subterránea donde se podían ver huesos y lo que tenía pinta de ser el cráneo de un pequeño conejo. Todo ello con telarañas a modo de cortinas, ya veis que el mustélido tenía aún restos de telaraña en su cabeza.
Pero volvió a asomarse otra vez de su nuevo escondite, y así estuvo mucho rato corriendo de un árbol a otro y asomándose, incluso hacía amago de correr donde yo estaba para dar media vuelta en redondo, como si quisiera mirar de cerca (vete a saber), hasta que le dio por volver a su olivo hueco y no volvió a asomarse.
Es curioso, este verano ya me sentí afortunado cuando fotografié una comadreja a la luz del día y al descubierto en los Picos de Europa, y ahora se me presenta esta otra ocasión aún más cerca gracias a este bribonzuelo.









Miradla, asomada desde su refugio en el que se siente tan cómoda como yo ahora mismo en mi nueva "madriguera" en Sevilla. Me encantan esos ojillos tan vivos que desprenden tunantería. 




Ya que he mencionado el halcón peregrino de mi amigo cetrero, no está de más dejar un par de fotos de este hermoso pollo macho de la subespecie brookei (la que tenemos presente en nuestro país), de nombre Canciller.





Pronto comprobaréis lo que he visto ya bicheando por mi nueva zona de campeo... pero aún me quedan cosas por mostrar, cosas que no son moco de pavo precisamente...


Daimiel veraniego... y lleno de vida

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Agosto... un mes muy poco valorado, la gran mayoría dice que es el peor mes para pajarear. Pero no estoy nada de acuerdo.
Así es como mi amigo Ismael y yo empezamos (bueno, la idea fue suya en realidad) a pensar que quizás los humedales manchegos pudieran tener especial interés en época de paso migratorio... por lo que, viendo cómo las temperaturas bajaron un poco, decidimos una salida medio improvisada a Daimiel el día 27.

Llegamos y había muy poca gente, primer punto a favor de ir en agosto y evitando el fin de semana, y además con un aspecto espléndido con el color del agua reflejando los cielos azules y el intenso verdor de la vegetación ribereña.
No teníamos muy claro si sería un acierto o una idea más bien peregrina, pero el caso es que este lugar siempre nos deja altamente satisfechos y nos solemos llevar a casa novedades y sorpresas inesperadas. Cosa que me encanta, salir a ver qué encuentras es uno de mis alicientes preferidos.
Nada más llegar, disfrutamos de unos martinetes (Nycticorax nycticorax), especie que anteriormente sólo vimos una vez y de lejos. Pues ahora tuvimos varios ejemplares, entre ellos un juvenil bastante confiado.








Estos pollos moteados no fueron los únicos, también vimos ejemplares juveniles de otras especies acompañando a sus adultos. Como los somormujos (Podiceps cristatus), fumareles cariblancos (Chlidonias hybridus), flamencos (Phoenicopterus roseus), cigüeñuelas (Himantopus himantopus) y moritos (Plegadis falcinellus).













Siempre hay sorpresas como decía, por ejemplo el pollo de morito, pero sin dejar de disfrutar las especies habituales que precisamente son emblemáticas de estos humedales. Las malvasías (Oxyura leucocephala) se dejaron ver en buenas cantidades (algo muy de agradecer, si recordamos su drástico pasado), y los patos colorados (Netta rufina) se llegaron a permitir muy poca distancia y sin estar en la laguna de aclimatación.
También apareció un porrón pardo entre las numerosísimas fochas, pero se apartó discretamente a los carrizos. Y hablando de carrizos, su banda sonora es sin ninguna duda el carricero común (Acrocephalus scirpaceus) con sus monótonos reclamos.









Hay especies que se están haciendo habituales, y sin que me guste un pelo... hablo de especies invasoras, como es el caso de los peces gato negros (Ameiurus melas), un animal americano que campa a sus anchas devorando todo lo que encuentra, sin que nadie haga nada por evitarlo. Es el conflicto de intereses de siempre, si una especie ataca directamente los intereses financieros de alguien se convierte en una plaga horrenda que hay que exterminar a toda costa, pero no se hace nada con especies realmente dañinas que a ellos no les importa nada.
Un martinete por lo menos sí colaboró a la causa capturando un pez gato, con una técnica de pesca que nunca vi (se dejó caer como un plomo desde una rama, literalmente), y también una lejana garceta grande (Egretta alba) arponeó uno de estos bichos.








Retomando el hilo de la intención principal de esta salida pajarera, conseguimos buenas observaciones de aves en paso migratorio que recalan aquí a reponer fuerzas.
Por ejemplo, nunca antes en mi vida había visto tantas garzas imperiales (Ardea purpurea) en un solo día, si antes veía tres ya era una suerte. No exagero al decir que cada dos por tres salía alguna volando de los carrizales.
Las pequeñas avecillas más abundantes eran los mosquiteros musicales (Phylloscopus trochilus), que copaban los tarayes. No así como el distinguido papamoscas gris (Muscicapa striata), otro pajarillo en paso que no apareció tan abundantemente.








Entre estos migradores vimos algunas curiosidades. Como el joven aguilucho cenizo (Circus pygargus), que a mí al menos me llama la atención verlo sobrevolar unas lagunas, o los ánsares comunes (Anser anser) y las avefrías (Vanellus vanellus) como aviso de la próxima llegada de aves invernantes del lejano norte.



 






Una de las cosas que nos apetecía ver eran las limícolas, grupo de aves a las que ambos no estamos habituados. Aparte de los andarríos chicos y grandes y los chorlitejos chicos, vimos este archibebe claro (Tringa nebularia) y un andarríos bastardo (Tringa glareola), y una especie que fue novedad total para mí: el combatiente (Philomachus pugnax). Además, los combatientes eran una pareja, de modo que pude comprobar la gran diferencia de tamaño entre el macho y su pequeña hembra.





Combatiente macho

Combatiente hembra


 Para el final me estoy reservando lo mejor, porque tuvimos muchísimos ejemplares de garcilla cangrejera (Ardeola ralloides), ¡pero realmente muchos! Hizo nuestras delicias, siendo una especie que yo antes había visto sólo dos veces y mi amigo ninguna (novedad por todo lo alto que se llevó).





¿Cuántas garcillas hay?










En el momento de estas últimas fotos la tarde se nubló y se oían truenos a lo lejos... el día veraniego refrescó bastante y tuvimos un momentazo al observar la garcilla cangrejera de arriba. Veis que de fondo hay una garceta común desenfocada. Pero eso no es todo, mirad una foto con mayor encuadre... abajo hay otra ardeida desenfocada... ¿¿alguien adivina lo que es??




¡¡SÍ!! Premio para quien se haya dado cuenta de que es un juvenil de avetorillo (Ixobrychus minutus), sobre todo porque nosotros tardamos.
No tiene precio esto, un avetorillo al lado de una garcilla cangrejera (bueno, eran dos al principio), y recordad que hablamos de un ave esquiva y que suele ocultarse mucho, ¡y allí estaba al descubierto y a buena distancia! Horas antes vimos un adulto en otra zona, pero sólo cuando voló dos veces fugazmente.
También es de destacar que tuvimos un calamón cerquísima, medio escondido entre los carrizos y sin hacernos mucho caso.






Al final resultó bien el experimento de ir a Daimiel en agosto, con el riesgo de estar pasando calor y no ver nada. 
Pero, ojo, que no acaban aquí las garcillas cangrejeras en el blog (de momento). Pronto volverán a salir, pero en otro lugar distinto... ¡ya se verá en su momento!



Arte medieval

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Arranco esta noche con una entrada algo inusitada en el blog, centrándome en algo que me encanta y que no son las aves (aunque también aparecerán relacionadas).
Quien me conoce sabe lo muchísimo que me gusta lo medieval (entre otras cosas históricas y artísticas, el abanico es bastante amplio), y en particular los castillos. Es por ello que desde el año pasado tenía planeado con un amigo vasco ir a Navarra a visitar los dos más majestuosos y bonitos, los de Olite y Javier.

Empezamos yendo a Olite, con su espléndido Palacio Real del siglo XIV que debe su actual y cuidado aspecto a las restauraciones y reconstrucciones que se emprendieron tras tanto tiempo de abandono y deterioro sufrido por las guerras (incluyendo el incendio que provocaron para evitar que las tropas napoleónicas se hicieran fuertes en él). Esto no es bueno del todo, porque uno no sabe qué zonas son "inventadas", aunque desde luego no es como el exagerado y pomposísimo caso del castillo de Butrón con su febril reconstrucción en base a castillos de fantasía.
El caso es que el edificio es de una belleza innegable, que también se debe a que jamás se construyó como un conjunto y fue producto de sucesivas obras.
Punto a favor que se lleva al poder recorrerse con total libertad todas sus vistas y torres, sin fastidiosas restricciones, disfrutando del inmenso paisaje navarro que se abre desde su privilegiada posición elevada que permite que incluso te sobrevuelen grandes bandos de buitres leonados.
















Hago un pequeño interludio para recrearme en otra forma de arte que nos llegó en el medievo, concretamente a través del mundo oriental mediante las cruzadas: la cetrería.
Sus dos especies estrella son, sin ningún género de dudas, el azor y el halcón peregrino. Si el azor es una verdadera máquina para el bajo vuelo, el rey de la altanería es el peregrino, como nos ilustrará Canciller, un joven halcón de este año de la subespecie brookei, perteneciente a un amigo mío de toda la vida.
Es de una belleza tremenda poder ver en primera fila los vuelos del animal más veloz del planeta, al que en esta secuencia vemos aprendiendo a volar hacia un señuelo.














Después llega el difícil momento de conseguir que nuestro amigo falcónido aprenda a volar en círculos sobre nosotros, a una altura adecuada y sin alejarse, cosa que el ave hará al comprender que en nuestra compañía conseguirá llenar de carne su buche.








Es una manera muy práctica de observar en primera persona el comportamiento y movimientos de una rapaz. Además, salir al campo por espacios abiertos con Canciller nos brinda la oportunidad de ver a especies salvajes como el águila calzada (Hieraaetus pennatus), el milano negro (Milvus migrans), el abejaruco (Merops apiaster) o la culebrera (Circaetus gallicus). Las fotos de muestra son sólo eso precisamente, una muestra, porque han tomadas mientras mi amigo sacaba al halcón y no son ninguna  maravilla.
Huelga decir que se ven más especies, como fochas, zampullines comunes, cernícalos vulgares y primillas, tórtolas comunes, aguiluchos, alguna garza, ánades azulones, etc... y no olvidéis que mi momentazo con la comadreja ocurrió en una de estas salidas.










Retomo el hilo original, a los castillos navarros, cuando mi compañero de viaje y yo nos desplazamos después de Olite a la localidad de Javier a disfrutar de la fortaleza del mismo nombre.
Tiene su origen, como en tantos otros casos de este país nuestro que fue escenario de tantas batallas, en una atalaya de vigilancia entre los siglos X y XI, ampliándose el recinto en posteriores edificaciones. También, como el de Olite, sufrió el mazo de las destrucciones y posteriores restauraciones, que añadieron una basílica (también visitable y muy bonita).
Por dentro tiene un museo recomendable de visitar, y como punto negativo está el no poder acceder a su torre del homenaje (Torre de San Miguel).
Tampoco es nada desdeñable el ambiente pajaril de la zona, todo sea dicho, por el camino pude ver abejarucos, milano real, águila calzada y gavilán.










 Para terminar, quiero enseñar un par de fotos que carecen de la espectacularidad de los mostrado, pero me veo en el deber de barrer hacia casa porque Jaén es la provincia española con mayor número de castillos, fortalezas y torreones. Aunque muchos sean ruinas, como aquí muestro, con lo que queda del castillo de Giribaile ( en Vilches) y el de Albánchez de Mágina.





Recuerdos serranos

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Aquí estoy tras mis dos primeras semanas en Sevilla, con bastante material para mostrar (el Guadalquivir y los arrozales dan muchísimo juego), pero primero me gustaría echar la vista atrás un poco para recordar las dos últimas veces que me di una pequeña vuelta por Sierra Morena en agosto.

Me gusta el ambiente actual con aves acuáticas a las que no estoy acostumbrado a ver con frecuencia, pero no puedo evitar sentir especial inclinación por "lo mío". Como por ejemplo los grandes ungulados, que no resultan complicados de encontrar en mi tierra. Es el caso de los gamos (Dama dama) y los muflones (Ovis musimon).






Esto incluye, cómo no, a los ciervos (Cervus elaphus), los más fáciles de ver durante los paseos campestres. De hecho, su población es demasiado grande si tenemos en cuenta lo excesivo de las gestiones cinegéticas y la ausencia de depredadores (para 4 lobos que quedan en Jaén y los querrían matar).
Como curiosidad, ya el día 14 de agosto oí a los primeros machos bramando por los valles, y a finales de mes eran muchos los que ya decidieron que era hora de que llegase la berrea.






No es la primera vez que veo a un venado alzarse sobre sus patas traseras para ramonear de una encima u otro árbol bajo, pero por fin he podido estar en el momento justo para fotografiarlo.




Todo esto acompañado de pequeñas aves propias de los meses calurosos del sur, que no tardarán en abandonarnos durante unos meses. Es el caso de los siempre vistosos abejarucos (Merops apiaster) y de este pollo de alcaudón común (Lanius senator).







Una mirada al cielo nos puede sorprender con la presencia de las inmensas planeadoras de estos lares, el buitre leonado (Gyps fulvus) y el buitre negro (Aegypius monachus), que forman un verdadero espectáculo natural cuando se congregan por decenas y decenas, llenando el cielo de enormes siluetas. Estamos tan acostumbrados a ellos que no nos imaginamos el atractivo que ello tiene para los pajareros extranjeros que piensan en España como destino ornitológico.








Menos grandes pero igualmente mediterráneas y muy bonitas son las culebreras (Circaetus gallicus) y águilas calzadas (Hieraaetus pennatus). Aunque sea también cuestión de tiempo que estas dos especies se tomen sus "vacaciones" africanas, yo no me puedo imaginar el monte sin los planeos y reclamos burbujeantes de las calzadas ni sin los cernidos y grandes siluetas cabezonas en las torretas de las culebreras.






Incluso podemos tener la fortuna de ver una de esas especies que están remontando su situación a mejor, como el águila imperial (Aquila adalberti), todo un icono de estas sierras.
Aquí está en su salsa, bien aprovisionada de sus presas tradicionales como conejos (Oryctolagus cuniculus) y las más ocasionales como nuestras bravas perdices rojas (Alectoris rufa). Está bien surtido el monte de estos animales y los predadores como linces y águilas no tienen ya los problemas de antaño a la hora de buscar su sustento, por mucho que le pese a esos atrasados ignorantes que les declaran la guerra porque se comen "su caza" (hago mucho hincapié en el entrecomillado.







Cae el ocaso y nos despide a esas horas de luces y sombras el pequeño mochuelo (Athene noctua), rapaz nocturna muy típica con su simpática silueta regordeta sobre las rocas graníticas, aunque éste no tenía cara de disfrutar mucho de las sesiones de fotos.






Pronto veréis el cambio sustancial al pasar de estos ambientes serranos (que no descuidaré a lo largo del año, ya lo vais a ver) a los acuáticos... más o menos como lo que visteis cada vez que visitaba el Guadalquivir a su paso por Córdoba capital, pero bastante multiplicado...


Primera entrada sevillana: pajareando en el Brazo del Este

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 Por fin os voy a poder enseñar algo de lo que llevo visto durante mi inicial estancia en Sevilla, seleccionando lo que me pareció mejor en las tres salidas que hice por el paraje natural del Brazo del Este durante las tardes de los días 2, 6 y 12 de este mes.
En un vivo ejemplo de cómo el hombre, a diferencia de los animales que se adaptan al medio, más bien acaba por modificar el entorno a sus necesidades. Así fue como una zona de aves esteparias como sisones, ortegas y alcaravanes se transformó en un entorno húmedo que desplazó a esas especies mientras que atrajo y benefició a otras distintas, como garzas y calamones.

El cambio con mis habituales zonas de campeo en la sierra es notable, al sustituir mis montes mediterráneos y pinares rocosos por los arrozales y la poderosa presencia del Guadalquivir, el gran río andaluz. Aquí da la inicial sensación de soledad cuando ves por delante horizontes como el de la primera fotografía  de arriba, con un vasto recorrido abierto por delante... pero engaña mucho, porque al poco tiempo empiezan a aparecer las aves en los canales, en los carrizos, por los cultivos, e incluso al mismo lado del camino.

Abundan las aves ligadas a estos entornos, como garcetas comunes, garcillas bueyeras o andarríos, pero también otras más llamativas. Destaco la numerosa y gratificante presencia de calamones (Porphyrio porphyrio) y moritos (Plegadis falcinellus).
Los calamones tienen aquí la que posiblemente sea su mayor población europea, sólo hay que esperar un corto rato en los lugares indicados y pronto empezarás a oír sus extraños reclamos y los verás volar de un lado a otro entre la vegetación acuática, como persiguiéndose.
Los moritos, por su parte, se ven en cantidades enormes, siendo una estampa habitual que pasen numerosos bandos en vuelo por el horizonte.






Morito anillado, 0757




Las ardeidas son el grupo que más fácilmente se avista durante un paseo. Además de las garcetas comunes y garcillas bueyeras ya mencionadas, la garza real (Ardea cinerea) es la otra especie más visible y común, pareciendo como si alguien se dedicara a propósito a colocar una en cada canal. Menos sencilla de avistar pero igualmente frecuente es su prima la garza imperial (Ardea purpurea), más tímida y ligada a las masas de juncos y carrizos. Una tarde me sorprendió ver a lo lejos la silueta de una enorme garza blanca, que no pudo ser otra cosa que la garceta grande (Egretta alba).


Garza real adulta

Garza real joven

Garza imperial adulta

Garza imperial joven

Garceta grande


Eso en cuanto a garzas de gran porte, porque entre las de tamaño más modesto me encantó encontrarme con un nutrido grupo de martinetes (Nycticorax nycticorax) con pinta de estar de paso y con bastantes garcillas cangrejeras (Ardeola ralloides).




Martinetes adultos con un juvenil



Martinete joven con avión





Las anátidas aún se hacen de rogar, pero aparte de los típicos azulones he podido ver patos cuchara (Anas clypeata) y una cerceta carretona (Anas querquedula)... gran sorpresa esta última. Aunque la foto de los cucharas esté a contraluz, se ve que el macho (derecha) ya empieza a tener verde la cabeza y no tardará en mudar a su precioso plumaje invernal.






 Recordaréis que cuando fui a Daimiel en agosto tenía ganas de ver el paso migratorio de las limícolas, y empecé a ver cosas. Pues aquí he seguido con ello. Aparte de las cigüeñuelas (Himantopus himantopus) tan habituales en casi cualquier charca, vi avefrías (Vanellus vanellus), agachadizas comunes (Gallinago gallinago), agujas colinegras (Limosa limosa), combatientes (Philomachus pugnax), andarríos bastardos (Tringa glareola) y correlimos de Temminck (Calidris temminckii).
Esta última especie es nueva para mí, y como no estaba seguro de lo que era pregunté a varias personas. Ismael fue el primero en señalarme el Temminck, y después Miguel y Alberto me lo confirmaron del todo.


Cigüeñuela

Avefría con moritos

Agachadiza común 

Correlimos de Temminck

Avefría

Cigüeñuela con agujas colinegras

Combatiente

Agachadiza común

Andarríos bastardo

Combatiente con aguja colinegra



No falta la presencia de aves que acuden aquí a alimentarse en el agua o a cazar. Tenía muchas ganas por ejemplo de disfrutar de las cigüeñas negras (Ciconia nigra), y al menos pude ver un ejemplar sobrevolando el paraje hacia el oeste. Esta preciosa zancuda la asocio con las masas forestales y embalses de mi tierra, así como también sucede con el águila calzada (Hieraaetus pennatus), con este individuo que intentó dar caza a una focha con un tremendo picado.
Más propio de estos entornos es el aguilucho lagunero (Circus aeroginosus), como este joven macho que aún tiene que mudar bastante para empezar a tener los colores de los adultos, o una hembra que portaba en las garras una garceta... ¡y luego tienen escasa fama de cazadores!
También vi muy a lo lejos algo que tenía toda la pinta de águila pescadora... ésa ya caerá tarde o temprano.







Acabo con los más pequeños habitantes, aunque el primero de ellos estaba allí de paso: una lavandera boyera (Motacilla flava). No como los carriceros comunes (Acrocephalus scirpaeus), unidos completamente a estos hábitats, mientras que los vistosos tejedores de cabeza negra (Ploceus melocephalus) y el amarillo (Euplectes afer) son especies exóticas que han sido introducidas artificialmente mediante individuos que se fugaron de la vida en cautividad, fenómeno que también he observado en la ciudad con las cotorras argentinas y los picos de coral.
Añado la numerosa observación de bandos migradores de avión zapador.







 Diría que esto es todo de momento, pero aún tengo que enseñar lo que vi este sábado en otro lugar distinto e igualmente interesante. ¡Hasta pronto!

Dehesa de Abajo

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Tras la primera entrada sevillana dedicada al maravilloso entorno del Paraje Natural del Brazo del Este, quiero acercaros ahora a conocer la Reserva Natural Concertada de la Dehesa de Abajo, cerca de La Puebla del Río.

Estando a las puertas de Doñana, ya os podéis imaginar la cantidad y variedad de pajareo ligado al medio acuático que podemos encontrarnos, máxime cuando en estas fechas las aves buscan lagunas y zonas que no se han secado, como precisamente la gran laguna de esta reserva que lucía el pasado sábado 21 con este aspecto de la foto de abajo, repleta de zancudas, limícolas y más.





Mi idea era ir más o menos temprano, pero en La Puebla del Río me topé con una competición de triatlón que retrasó mi llegada. De todos modos, nada más llegar ya empecé a ver emplumados y disfruté de golondrinas dáuricas (Hirundo daurica), alguna que otra águila calzada (Hieraaetus pennatus), además de los bandos de zancudas en vuelo.
Ya asentado en uno de los dos observatorios, vi algunas limícolas como combatientes (Philomachus pugnax), andarríos chicos (Actitis hypoleucos), cigüeñuelas (Himantopus himantopus), agujas colinegras (Limosa limosa) y avocetas (Recurvirostra avosetta).











Esta reserva cuenta con la mayor colonia de cría de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) de España, y la mayor del mundo criando en acebuches. Y vaya si se notaba, cuando empezaron a remontar las térmicas compusieron un espectáculo impresionante, que hacía pararse a todo caminante o ciclista para admirarlas.








Pasando a las anátidas, vi algunos patos cuchara (Anas clypeata), pero el protagonismo se lo llevaron las zancudas con sus grandes números y la variedad de especies interesantes.
Había flamencos (Phoenicopterus roseus), moritos (Plegadis falcinellus), espátulas (Platalea leucorodia), garcetas comunes (Egretta garzetta) y garcetas grandes (Egretta alba), siendo la primera vez que veo muchos ejemplares juntos de esta última especie.




Morito

Garcetas grandes, garcetas comunes, garzas reales y una espátula

Flamenco y garceta grande

Flamenco

Garza real

Garceta común

Garza real

Espátula

Espátula

Espátula




Habiendo llegado a mediamañana, el calor no era ya moco de pavo precisamente, y había bastante calima, porque lo que cerca del mediodía decidí irme para casa, esto era la primera toma de contacto y ya había cumplido mi objetivo de confirmar la zona como un excelente y muy recomendable lugar de pajareo, al que voy a volver muchas veces durante este curso.
Mientras me iba, pude pararme a mirar algunas libélulas y un simpático papamoscas gris (Muscicapa striata) que estaba en el mismo porche de entrada, y al salir no pude evitar asomarme unos breves minutos al arrozal de enfrente, donde vi un par de garcillas cangrejeras (Ardeola ralloides), algún buitrón (Cisticola juncidis) y el primer aguilucho cenizo (Circus pygargus) melánico que veo en mi vida.
He escogido una foto de espaldas del aguilucho que a lo mejor plantea dudas, pero os aseguro que en las otras fotos (horribles) se ve muy bien que es melánico.









Otras especies observadas esa mañana:

- Focha común.
- Garcilla bueyera.
- Chorlitejos.
- Calamón (oí sus reclamos).
- Mochuelo (oí sus "maullidos").
- Aguilucho lagunero.
- Tejedor amarillo.
- Gaviota reidora.
- Gallineta.

Visto lo visto, esto se va a convertir en mi lugar favorito de pajareo en Sevilla junto con el Brazo del Este, algo lleno de cosas novedosas para un serrano como yo.


Soñando con las cigüeñas negras

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Bicolor


Hoy me voy a centrar en una única tarde por el paraje del Brazo del Este, a diferencia de la otra entrada en la que resumí lo mejor de tres salidas distintas.
Nos situamos en la tarde del día 25, justo una semana antes, cuando me dispuse a ver qué sorpresas me podría encontrar en este sitio tan lleno de vida. Nada más ir llegando, me topé con un enorme bando de cigüeñas... pero cigüeñas blancas (Ciconia ciconia), no las negras del título, en un número tan abundante que era imposible no parar a mirarlas un rato.







Ya metido en faena, vi dos especies que aún no me había anotado en este paraje: una tarabilla norteña (Saxicola rubetra) del paso migratorio y un joven flamenco (Phoenicopterus roseus). A los flamencos los vi en abundancia en la Dehesa de Abajo, pero éste es el primero que veo en el Brazo del Este, y tenía que afotarlo aunque fuera a contraluz porque, además, estaba bastante cerca.








Por lo demás, el repertorio habitual de aves que os enseñé en la primera entrada, de las que os muestro una garza real (Ardea cinerea), una cigüeñuela (Himantopus himantopus), un aguilucho lagunero (Circus aeroginosus) joven/hembra, moritos (Plegadis falcinellus), avefrías (Vanellus vanellus), agachadizas comunes (Gallinago gallinago) y agujas colinegras (Limosa limosa), repertorio al que agrego una perdiz roja (Alectoris rufa) de un bandito que había correteando por los rastrojos.






Bando de moritos con garcillas bueyeras


Avefría y agachadiza

Morito con avefría

Ojo, que en esta foto hay una agachadiza que no vi




Algunos amiguetes fueron muy colaboradores y se dejaron retratar a buena distancia y con paciencia. Los mejores fueron una cogujada común (Galerida cristata), una agachadiza y un par de andarríos grandes (Tringa ochropus).




Ahí está la agachadiza posada, ¡tan tranquila!







Un momento... que se está acabando la entrada y no hablo de cigüeñas negras (Ciconia nigra)...
Pues digo que sueño con ellas porque veo que pueden aumentar sustancialmente mis oportunidades de pillar alguna volando de cerca por fin, a esta especie que cuento entre mis preferidas, en vista de que ya llevo varios encuentros. Justamente la semana pasada me topé dos veces con el primer ejemplar de las fotos, y hoy mismo he visto una posada a lo lejos en un arrozal junto a un morito y una garza real... ¡¡cruzo dedos!!









Atardeceres de Doñana

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El pasado miércoles 2 me acerqué a la Dehesa de Abajo a ver qué podía bichear en mi ya segunda visita, animado por lo soleado de la tarde tras un par de días desapacibles.
El devenir del atardecer vino acompañado por nubes en contra de mis pronósticos, con mala luz para fotografiar aves al ir pasando el tiempo, pero con unas preciosas estampas para retratos paisajisticos, como veréis en las fotos que acompañan a los protagonistas del día: los flamencos (Phoenicopterus roseus).

En primera visita tuve a estos rosados emblemas de Doñana muy lejos, pero esta vez pasaron alimentándose delante de los cuidados observatorios de la reserva, tan cerca algunas veces que oía el ruido del chapoteo del agua mientras usan sus especializados picos filtradores.


























Ya veis que me tuvieron muy entretenido, en compañía de dos parejas de observadores de los que se toman las cosas en serio y no empiezan a hablar en voz alta como sí hacen los grupitos familiares, algo muy de agradecer a la hora de pasar una relajada tarde pajarera como ésta.
Pero los flamencos no fueron los únicos, claro, también estuve viendo a las otras aves típicas de la zona, con las novedades de la focha moruna (Fulica cristata), a la que observo por primera vez con seguridad de identificación, y de la lavandera boyera de subespecie británica (Motacilla flava flavissima).
Entre los patos llamaba la atención oír un sonido agudo, que procedía de los silbones (Anas penelope), además de los resonantes reclamos de archibebes comunes (Tringa totanus), componiendo una bonita banda sonora marismeña entre los estridentes gruñidos de los flamencos.


Lavandera boyera británica (Motacilla flava flavissima) en acebuche

Archibebe común (Tringa totanus) aterrizando

Patos cuchara (Anas clypeata) mudando a su bonito plumaje invernal

Silbón (Anas penelope) aún en plumaje de eclipse

Parte de un gran bando de agujas colinegras (Limosa limosa)

Bando de anátidas

Unas de las muchas cigüeñas blancas (Ciconia ciconia)

Focha moruna (Fulica cristata)

Juvenil de martinete (Nycticorax nycticorax) muy en la distancia

Espátula (Platalea leucorodia) en el ocaso




Pronto veréis qué tal fue mi versión del Día mundial de las aves en este entorno...


Día mundial de las aves en la Dehesa de Abajo

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Este pasado fin de semana se celebró este día que los amantes del campo y la naturaleza no podíamos pasar por alto, con numerosas propuestas y salidas desde SEO Birdlife por todo el país. 
Yo personalmente he optado por la propuesta de la reserva de la Dehesa de Abajo para la mañana del sábado, muy atractiva para un jiennense de secano como yo.




La verdad es que empecé a mi aire... mientras los asistentes se iban congregando en la cafetería y desayunando, no pude evitar salir en solitario a ver qué se cocía en la laguna, quería aprovechar esa magnífica luz de las primeras horas de la mañana y disfrutar como nunca jamás he visto a los flamencos (Phoenicopterus roseus).
Siento dar la lata poniendo otra vez flamencos de forma tan seguida después de la anterior entrada, pero comprendedme, ¡que en mi tierra no hay estas cosas! Era precioso verlos tan relajados con su pausado caminar y emitiendo sus broncos reclamos, comiendo a veces tan cerca del observatorio que se oía el chapoteo del agua al pasar por sus especializados picos filtradores.














En lo que a otras aves respecta, se veía el habitual trasiego de limícolas, ánades, moritos, ardeidas, espátulas y cigüeñas.
Destaco que por fin tuve una buena observación de focha moruna (Fulica cristata), especie amenazada y de distribución restringida en la península, siendo en este entorno criadas en la cercana Cañada de los pájaros. En estas fechas aún no se le notan mucho los diagnósticos nódulos rojos de la cabeza que la distinguen de su prima la focha común, pero otros rasgos y su distinto reclamo ayudan cuando el ave está a una buena distancia.


Morito (Plegadis falcinellus)

Combatiente (Philomachus pugnax)

Pato cuchara (Anas clypeata)


Agachadiza común (Gallinago gallinago)

Focha moruna (Fulica cristata)

Focha moruna (Fulica cristata)

Chorlitejo chico (Charadrius dubius)

Fochas comunes (Fulica atra)

Avoceta (Recurvirostra avosetta)

Cigüeñuela (Himantopus himantopus)

Espátula (Platalea leucorodia)

Pato cuchara (Anas clypeata)

Agujas colinegras (Limosa limosa)

Cigüeña negra (Ciconia nigra) con su prima blanca


Después de un buen rato disfrutando de esas especies, me acerqué al otro observatorio, donde estaban los anilladores que llevaban trabajando desde temprano. En compañía de otro asistente que se acercó también a charlar con los anilladores y verles trabajar, pasé el que seguramente fuera el mejor momento de la mañana. Fueron tremendamente amables y nos dieron mucha conversación, contestando a todas mis preguntas y hablando sobre grullas, linces, cigüeñas negras, carricerines cejudos, diversas especies introducidas, cómo se toma nota de la grasa de las aves, cómo distinguir un papamoscas cerrojillo de un adulto, moritos, fochas morunas, quebrantahuesos, y un buen etc.

La jornada de captura no fue lo que se dice buena, según me contaban, al haberse marchado los pájaros estivales y estar por llegar los invernantes. Atraparon (que yo viera en el tiempo que estuve presente) un carbonero común, un papamoscas cerrojillo, un tejedor amarillo, gorriones comunes y morunos, ruiseñores bastardos y un carricero común. Pude ver cómo se les colocaba la anilla y se tomaba registro después de pesarlos, medirlos y comprobar la grasa.
Después llegó el grupo de asistentes que iban con un guía de la reserva, y les dieron una charla con demostraciones prácticas, permitiendo a los niños liberar las aves ya anilladas.



Comprobando la edad de un papamoscas cerrojillo

Liberando un gorrión


Estando ya la mediamañana muy avanzada, fuimos a escuchar la charla de Beltrán de Ceballos, director de la Dehesa, que explicó aquellos lejanos años en que la ornitología en España era cosa de "unos pocos bichos raros", y claves para reconocer aves para principiantes. Enseñó también diapositivas con imágenes de aves que ha visto tanto en España como en viajes por el extranjero, intercalado con comentarios y anécdotas de casi todas esas aves, dejando notar especial cariño por las aves mediterráneas e ibéricas y manifestando su debilidad por la cigüeña negra (muy buen gusto, sea dicho). El broche final llegó con la proyección de la cinta "El corazón de Doñana", con muchos datos desconocidos para los que venimos de fuera.
Llegó el momento de zamparme un bocata de carne mechada, y viendo que el caluroso mediodía iba a tener poco movimiento, puse rumbo de vuelta a Sevilla tras una buena mañana entre gente cordial y trabajadora, disfrutando del buen trato y de las especies singulares de Doñana.
No me fui sin unos cuantos avistamientos más por el camino, como por ejemplo el águila calzada (Hieraaetus pennatus) de fase oscura (aunque a la de la foto la llamarían hoy día de morfo intermedio) y la garza real (Ardea cinerea).








Excursión improvisada por Cazorla

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Esta entrada necesita aclarar un par de cosas. Una es que pertenece a una salida del día 14 de septiembre (un mes que pasó casi sin darme cuenta), y la otra es que no esperéis grandes fotos de aves.
Dicho esto, paso a explicar que ese sábado día 14 de septiembre estuve acompañando a mi amigo cetrero mientras volaba a su halcón peregrino, y como aún no estaba muy avanzada la mañana decidimos dar una vuelta por la sierra... que acabó convirtiéndose en un día entero en Cazorla, así sobre la marcha.
Él no conoce apenas esta serranía, y yo mismo aún tengo mucho partido que sacar porque es una vastísima zona de agreste naturaleza con muchísimas posibilidades. Así que nos pertrechamos bien de provisiones y fuimos por varios sitios que conozco con excelentes paisajes.

El primer destino fue el Barranco del Guadalentín hasta la zona del Estrecho de los Perales, por si acaso caía algún quebrantahuesos (esa única rapaz que me queda...) o un águila real o perdicera, cosa que no pudo ser. De todos modos disfrutamos mucho de panorámicas como la de los Poyos de la Mesa, o el mismo Barranco del Guadalentín con el atractivo añadido de ser la última zona donde el quebrantahuesos anidó antes de su extinción. Por suerte, el proyecto de reintroducción de la especie es esperanzador y algún día veré alguno de los ejemplares que ya vuelven a adornar los cielos de Jaén con sus siluetas.

Las águilas calzadas (Hieraaetus pennatus), en medio de la multitud de buitres leonados, quisieron compensar la ausencia de sus primas mayores, mostrando en esas fechas su comportamiento conocido como "falso celo", reclamando y persiguiéndose con fervor. Los colores del otoño empezaron a asomar en forma de jugosas moras al bajar por una pendiente de quejigos y encinas, un bosque especial en medio del habitual mar de pinos, mientras que mariposas como la nacarada (Argynnis paphia) libaban los cardos. Los rastros del furtivo gavilán y una horda de enardecidas cornejas completaban el cartel aviar junto con los pajarillos forestales como trepadores azules, picos picapinos, pitos reales, carboneros, herrerillos, etc... además de la fugaz visión de algo que no se pudo saber si era el culo de una cierva o una cabra.
Dimos buena cuenta de nuestras viandas en el Estrecho de los Perales y dimos la vuelta para dirigirnos a otros enclaves.









Paramos luego en un lugar que tenía pendiente patear: La cerrada del Utrero.
Las vistas del cortado eran un espectáculo visual, mientras que moradores como el cuervo (Corvus corax) y los buitres leonados (Gyps fulvus) surcaban los cielos junto a aviones roqueros.
En un panel venían representadas las especies de aves que moran en estos cortados, y nos llevamos una gratísima sorpresa al encontrar una especie que no estaba allí dibujada. Hablo del halcón peregrino (Falco peregrinus), un insigne habitante de estos ecosistemas que suele gustar de vivir allí donde están los buitres, córvidos y golondrinas/vencejos.











La última parada (visto así parece breve, pero entre estos distintos parajes disfrutamos de caminos con preciosas vistas de postal) fue otra buitrera que conocí el año pasado, la del lugar conocido como El Chorro por la pequeña cascada que se forma en época de lluvias.
Estando ya avanzada la tarde, los buitres de la zona estaban en su mayoría posados y preparados para dormir, mientras que las chovas piquirrojas estaban a lo lejos sobre los cerros y las águilas calzadas se exhibían (de nuevo el falso celo) con picados con la ausencia de la pareja local de halcones peregrinos.
La pista forestal que nos conduce allí no tiene pérdida, con amplias vistas elevadas del pueblo de Cazorla y sus dos castillos, los de Salvatierra y La Yedra (este último presente en fotografía). Al marcharnos con la tarde tiñéndose de tonos bermejos, una pareja de culebreras (Circaetus gallicus) hizo gala del falso celo con el pueblo de Quesada al fondo. 
Bonita manera de cerrar una salida que, si bien no es un buen compendio de imágenes de especies, sí creo que puede invitar a que vengáis a conocer este paraíso interior que es Jaén.










Grandes viajeras

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Que las aves llevan a cabo unas migraciones épicas ya lo sabemos, pero adquiere un carisma aún mayor cuando lo compruebas personalmente en el campo, ya sea observando enormes bandos y concentraciones, o encontrándote con animales que llegan hasta aquí desde muy lejos, como ahora mismo es el caso en esta entrada.
Cuando llegué a Sevilla ya tenía en mente la ilusión de tener buenos encuentros con dos especies a las que tengo especiales ganas. Y así está comenzando a ser al fin, gracias al espectacular paraje del Brazo del Este, donde los campos de arroz y un antiguo brazo del poderoso Guadalquivir atraen a la comunidad ornítica típica de Doñana, destacando la numerosa población de moritos y calamones.

Como lugar de paso e invernada está atrayendo igualmente a mis dos deseadas especies, que son el águila pescadora (Pandion haliaetus) y la cigüeña negra (Ciconia nigra), y justamente disfruté en igual medida a las dos el pasado jueves 10.
El águila pescadora es cuanto menos llamativa, siendo la única especie de su familia y estando tan especializada y evolucionada para capturar peces, y al mismo tiempo estando tan extendida por todo el mundo.
Pensar esto es una pena, al recordar que se extinguió como reproductora en la Península Ibérica y al quedar sólo como invernante, aunque recientemente esté arrojando esperanza la reintroducción en Andalucía con unas cuantas parejas que ya se reproducen en las Marismas del Odiel. Al ejemplo de la anterior entrada me remito, cuando decía que tengo ilusión en que el quebrantahuesos vuelva a reproducirse en Jaén.

Pasemos a la salida campera propiamente, cuando estaba mirando un bando de cigüeñas blancas acompañadas de un águila calzada (especie estival que suele quedarse aquí en invierno) y una rapaz de mayor porte con un vuelo similar al de una gran gaviota, que resultó ser un águila pescadora para mi regocijo.
Durante las aproximadamente dos horas que estuve, me la encontré cinco veces, lo que me hace dudar si en realidad pude ver ejemplares distintos...
Por cierto, la tercera foto y la cuarta no es que tuvieran cielo nublado, eso que veis es una polvareda que levantó un IMBÉCIL con su todoterreno. 










El mejor momento fue cuando vi a lo lejos una rapaz dando pasadas al agua, y no era un aguilucho lagunero... era nuevamente la pescadora, que se lanzó con un picado fulgurante que incluso asustó a unas cuantas espátulas. Es la primera vez que presencio esto, y fue una pasada verla salir volando pesadamente y sacudirse el plumaje en vuelo... falló el lance, pero me quedé igualmente embobado...









Como si quisiera compensarme el mal trago con el idiota del todoterreno (ojalá revientes, tío asqueroso), se acercó un poco trazando un arco, antes de desaparecer en un recodo y hacerme suponer que se volvió a lanzar con éxito fuera de mi alcance visual.
Estoy recordando cuando un amigo y yo vemos una culebrera o un águila calzada y decimos "ésa ha estado en África, seguro que ha visto antílopes o elefantes"; pues en estos momentos no debo olvidar que esta pescadora puede venir de remotos parajes del norte europeo y habrá visto pigargos y cosas similares.






Y ahora pasamos a la segunda especie estrella, que es ni más ni menos que una de mis preferidas, pues considero a la dama negra un emblema viviente de nuestros montes mediterráneos junto con el buitre negro y el águila imperial, un patrimonio natural valiosísimo que debemos conocer mejor para respetarlo como es debido.
Con esta ave tan huidiza y reservada, sólo tuve tres encuentros cercanos la pasada primavera, y haber visto muchos ejemplares con bastante frecuencia me ha entusiasmado. Ha comenzado la siega del arroz y el campo estaba lleno de tractores y camiones, haciendo que las cigüeñas negras volaran y cambiaran tanto de sitio que no pude saber cuántas llegué a ver, pero es seguro que como mínimo me topé con seis distintas.
Lo normal era verlas posadas a lo lejos, solas o en pareja, en los bordes de acequias y canales, y en un par de ocasiones me llevé la magnífica sorpresa de que alguna pasara volando casi al lado de mi coche.
















Las cigüeñas negras son, al igual que sus parientes blancas (aunque cada vez menos), aves estivales que pasan los meses fríos en África, aunque hay un contingente europeo que se queda en la zona de Doñana como he estado aprendiendo hace poco. ¿Os habéis fijado en que una de las cigüeñas de arriba lleva una anilla? Esperad, que pongo un mayor recorte:




Aquí está, gracias a la ayuda de Miguel Rodríguez, he sabido que su origen es alemán y fue anillada con PVC blanco bajo la inscripción T6H en el 2009. Además de otros datos como su edad (cinco años) y que también ha invernado aquí los dos años anteriores. Para más información, aquí tenéis la ficha que amablemente ha confeccionado Antonio Gutiérrez del blog Gaviotas y anillas. Muchas gracias a ambos por la ayuda prestada, y también (aunque no pueda leerme) al anillador Carsten Rohde por su amabilidad y rapidez al enviarme el historial.




Para acabar, el hecho de haber escrito la entrada con estas dos especies no quiere decir que no tenga más material interesante de otras especies de la misma salida, porque la verdad es que salió de vicio... pero eso será para otra entrada, que lo merece.

Comenzando la temporada otoñal en Sierra Morena

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El fin de semana pasado llegó el momento de poder volver a patearme la sierra como es debido, después del estío con su imposibilidad para salir sin morir de calor. El sitio escogido fue Despeñaperros, un parque natural pequeño pero lleno de posibilidades para el senderista y el pajarero, con su naturaleza salvaje y agreste sin las vallas impuestas por la Sierra de Andújar.

Así, en compañía de un amigo y su padre, preparamos un largo recorrido que nos llevara todo el día (previo acopio de provisiones preparado), empezando por la zona de Las Correderas con los bramidos de la berrea de los ciervos y los ruidosos arrendajos (Garrulus glandarius) llenando el bosque con sus desagradables gritos de alarma. Y no sólo porque nos vieran a nosotros... en un rodal de pinos estaban especialmente furiosos, claramente gritando a algo que vieron allí, tal vez una rapaz nocturna, un azor o un mustélido.
Entre frescas vaguadas y cauces fluviales topamos con una ardilla (Sciurus vulgaris) rodeada de un bonito entorno donde el otoño comienza a regalarnos sus colores (y sabores en algunos casos) en forma de frutos, mientras que los zorzales comunes y petirrojos invernantes dejaban notar su abundancia con sus reclamos.
No sé qué planta es la primera, pero las otras son el madroño, la peonía, el majuelo y el escaramujo.














Fuimos ganando altura, hasta acercarnos a las proximidades de las ruinas del castillo de Castro Ferral, cambiando el entorno por enebros, jaras y demás matorral. Vimos algunos picogordos (al igual que al inicio de ruta) y unos diminutos pajarillos con toda la pinta de ser reyezuelos listados, y entre los lejanos buitres leonados volaban algunos buitres negros (Aegypius monachus). Desafortunadamente, ninguno voló más cerca que el de la foto, pero ha sido la vez que más ejemplares he visto en esta zona (unos seis).
Pero los protagonistas fueron los más pequeños intregrantes de nuestra fauna, ya que los insectos se dejaron ver mucho en esa soleada jornada mientras íbamos tomando el sendero de Valdeazores en dirección al Collado de la Aviación. Vimos un par de ortópteros sin identificar (es la primera vez que los veo), restos de un escorpión devorado por otro animal, una mantis enana (Ameles spallanziana), y de mariposas la bonita sofía (Issoria lathonia) y la saltacercas (Lasiommata megera) en una zona con flores de azafrán de otoño.














Una vez en lo alto del Collado de la Aviación y con vistas del monumento natural de Los Órganos, nos dispusimos a comer entre riscales y enebros, siendo sobrevolados por un milano real (Milvus milvus) en migración y unos cuantos buitres leonados (Gyps fulvus) que tuvieron la ocurrencia de ponerse todos a contraluz, con la bonita banda sonora de los reclamos del roquero solitario.
El milano real, esa bella rapaz tan castigada por el despreciable uso de veneno en nuestros campos, es una cita reseñable aquí, donde es escaso a diferencia de otros puntos de España donde es una de las aves invernantes más frecuentes.










Acompañados por los ágiles vuelos de los aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris), la única de nuestras golondrinas que no migra, descendimos a observar uno de los muchos abrigos rupestres de la zona, difíciles de encontrar por su posición abrupta y no haber señalizaciones. En este caso había algún rastro de pinturas rupestres, y no somos los únicos que dimos con ellas porque no faltó el típico garabato de los típicos imbéciles que no tienen otro sitio mejor donde ponerse a escribir su nombre, con una falta de respeto tremenda por nuestro patrimonio.







Y así acaba la jornada, porque después de este descenso volvimos a Bailén.
En la próxima entrada volveremos a ver qué se cuece en los arrozales sevillanos, ¡que aún tengo mucho que enseñar!

Doble ración del Brazo del Este

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Vamos a echar la vista atrás, cuando el día 10 de este mes estuve disfrutando de las cigüeñas negras y el águila pescadora en el Brazo del Este, excelente lugar para el avistamiento de aves acuáticas a poca distancia de la capital sevillana. Centré una entrada específica (pincha aquí para recordarla) en esas dos aves, pero ni mucho menos fue lo único que vi ese día, que fue justamente de los mejores que he tenido en cantidad y calidad...

Quienes me conocen saben que las aves grandes son mis predilectas, y después de las rapaces tengo en segundo lugar a las zancudas (grullas, cigüeñas, garzas, espátulas, flamencos) y las acuáticas en general, cosa que de sobra tengo al alcance en este singular paraje; un antiguo brazo del Guadalquivir que quedó encorsetado entre parcelas rectilíneas de cultivos de arroz y algodón, siendo el único lugar que quedó con vegetación palustre silvestre de carrizos, eneas, tarayes, etc... un vergel para las aves.

Nada más llegar llama la atención ver los bandos tan enormes de moritos (Plegadis falcinellus), además de uno bastante hermoso de espátulas (Platalea leucorodia), aves de paso en la Península y aquí residentes, siendo las especies más numerosas que vi junto con las muchas cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) que aprovechaban la siega del arroz para darse el banquete.





Algunas llevan anillas, habrá que estar pendiente...


Cigüeña al estilo Ramón


Por suerte para el observador, las aves no tardan en dejarse ver de cerca o sobrevolarte, toda una delicia.
Además de las espátulas y moritos, también pude ver más de cerca a las cigüeñuelas (Himantopus himantopus), garzas reales (Ardea cinerea), aguiluchos laguneros (Circus aeroginosus) y avefrías (Vanellus vanellus).






Una de ellas lleva anilla amarilla, aunque no se distingue bien el código





Mención especial para las agujas colinegras (Limosa limosa), que hasta ahora había estado viendo en pequeños grupitos o aisladas, y esta vez las vi en un bando bien nutrido que pasó volando por delante de mis narices para posarse en una zona inundada.








Gracias a las agujas pude encontrar algo muy interesante, porque al fijarme en donde se posaron pude dar con un bandito de flamencos (Phoenicopterus roseus) que andaba bien oculto... y yo que me alegré por ver tres ejemplares jóvenes al lado de un camino, para acabar viendo un grupo con muchos preciosos adultos.
Como podéis ver, la parte inferior de la foto con vegetación desenfocada muestra que me acerqué agazapado y sigilosamente para no espantarlos ni hacerles tener que irse volando a otra parte, y allí se quedaron cuando me marché.
Aunque parece que uno de los pollos me miró, un chico avispado.



Meandro del río que atrae a calamones, espátulas y águilas pescadoras


El resto de la salida ya la conocéis por la otra entrada anterior, con el águila pescadora intentando pescar y los grupitos de cigüeñas negras, así que ahorraré esa parte.
Llegamos a la segunda parte de esta entrada, la salida del día 17 (justo una semana después), en la que también encontré de primeras un bando importante de espátulas y muchos moritos en abundancia, tanto que los bandos en vuelo llegar a parecer estorninos a lo lejos...






La tarde no parecía muy propicia para pajarear, con los agricultores haciendo quemas en los campos que dejaban una atmósfera rara con tanto humo. Pero acabaron apareciendo las aves, para no defraudarme...
Para no repetir especies con la otra salida, voy a mostrar un zampullín chico (Tachybaptus ruficollis), una garceta común (Egretta garzetta) y un machillo de tarabilla común (Saxicola torquatus).
Además de un bando de lo que creo que son estorninos pintos (Sturnus vulgaris).







La estrella de la salida fue el bonito y carismático calamón (Porphyrio porphyrio), con la población más grande de Europa aquí mismo... cosa que me creo del todo, tan sólo mirad la segunda foto y empezad a buscar y contar ejemplares, teniendo en cuenta que sólo es una foto de una porción de la zona y que había otras agrupaciones así.





La cara negativa llega, como siempre, de mano del impacto del ser humano, cuando encontré un ejemplar que no sobrevivió al encuentro con uno de esos elementos extraños que no forman parte de su medio natural.




Para compensar tan desagradable escena, os voy a enseñar un comportamiento que vi por primera vez y me pareció muy curioso a la par que gracioso.
Al atardecer, se los veía en los cultivos de regadío asomando y escondiendo las cabezas, del mismísimo modo que los sisones en los campos de cereal.  Igualmente llamativo era verlos así en bastante cantidad, con ejemplares que incluso llegaban volando para unirse a ellos.







En cuanto a rapaces, al caer la tarde tuve el placer de topar con el águila pescadora (Pandion haliaetus) de la semana pasada (creo que es ella por el plumaje) y un preciosísimo macho de aguilucho pálido (Circus cyaneus). Las dos rapaces invernantes más bellas, junto con los milanos reales que espero que no tarden en llegar aquí.





Otras especies vistas:

- Gaviota sombría.
- Gaviota reidora.
- Garcilla bueyera.
- Tejedor amarillo.
- Cormorán grande.
- Ánade real.
- Silbón.
- Agachadiza común.
- Andarríos bastardo.
- Andarríos grande.
- Ratonero común.
- Águila calzada.

La falta de luz y el humo de las quemas eran mala combinación, así que tocaba irse a casa con la satisfacción de haber vuelto a disfrutar con las estribaciones de Doñana, hasta la próxima vez que pueda dar un paseo(las lluvias recientes hacen poco recomendable circular por sus caminos de tierra).
¡Hasta pronto!





Primer contacto con la Sierra Morena sevillana: Guadalcanal

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 Llevaba semanas esperando el ansiado primer encuentro con el sector sevillano de Sierra Morena, zona que desconozco totalmente al igual que toda el área occidental de la cordillera en general (salvo una pequeña excursión por Aracena en mi adolescencia).
Tengo en mente muchos sitios a los que ir, pero mi primer objetivo iba a ser claramente Guadalcanal por una serie de atractivos que vais a ir viendo...
Y así me puse en marcha el domingo 27 desde la capital sevillana con la intención de atravesar toda la sierra hasta el norte de la misma, casi llegando a Extremadura. Mi inicial impresión fue positiva cuando empecé a ver el monte bajo con lentiscos y acebuches, dando paso a las dehesas de encinas y alcornoques al llegar al pueblo de El Pedroso, pasando por el bonito y blanco Cazalla de la Sierra y viendo los pinares y zonas de monte mediterráneo. Así hasta llegar al fin a Guadalcanal, zona donde el paisaje se transforma en el entorno de la ermita de Guaditoca, donde los llanos ganaderos y los retamares albergan tal abundancia de conejos que las grandes águilas se ven magnéticamente atraídas.

Las observaciones a mi llegada fueron propias de los entornos esteparios que he conocido cuando visito los llanos cerealistas de Madrid, con perdices rojas (Alectoris rufa), pitos reales (Picus viridis) que se posan directamente en las retamas, cogujadas montesinas (Galerida theklae) y grajillas (Corvus monedula). No es un medio lleno del color y olores de mi acostumbrada serranía más forestal, pero sin embargo se podía ver cierta nota de color otoñal en los escaramujos.










Pero pasemos al plato fuerte... los llanos de Guaditoca son conocidos por ser un escenario donde aseguran que no cuesta ver varios ejemplares distintos de águilas, tanto parejas locales como jóvenes en dispersión, siendo una de las áreas más importantes que hay para esto último.
Yo mismo lo pude comprobar observando cuatro pollos de águila imperial (Aquila adalberti) en la zona de retamas y pastos, y una pareja adulta de la misma especie en los encinares que llevan al santuario, además de una lejana pero siempre grata observación de una joven hembra de águila real (Aquila chrysaetos).









 Una sorpresa del día llegó en forma de aparición inesperada de un precioso macho de cernícalo primilla (Falco naumanni), que se llevó las patas al pico mientras me sobrevolaba y luego se unió a la que parecía su pareja. Una cita tardía de esta especie estival que coincidió con la numerosa presencia de milanos reales invernantes.







Las observaciones más numerosas fueron las de buitres, que no paraban de sobrevolar los campos ganaderos hacia el norte, tanto negros (Aegypius monachus) como leonados (Gyps fulvus). Incluso había muchísimos en la carreterilla que lleva hasta allí, posándose en un lugar fuera del alcance de mi vista, y con una odiosa propiedad privada cerrada a cal y canto por medio. Fue la única nota negativa junto con los constantes tiros de los cazadores rompiendo la tranquilidad.








No todo son rapaces, claro, y disfruté de aves invernantes como la avefría (Vanellus vanellus) junto a otras especies más montaraces como el roquero solitario (Monticola solitarius) y la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax).







 Se me escapó encontrar al pico menor entre los habitantes más atractivos del lugar, pero estuve entretenido con otros pequeños inquilinos como la rana común (Pelophylax perezi), el galápago leproso (Mauremys leprosa) y artrópodos como este miriápodo y esta oruga. Reseñable también la presencia de mariposas como la limonera (o la cleopatra, que aún no lo tengo claro).



Santuario de Guaditoca






Para no perder las buenas costumbres, dejo la lista de las otras especies observadas, que son muchas más de las que he mostrado en fotografías, y son igualmente interesantes en no pocos casos:

- Conejo.
- Rabilargo.
- Urraca.
- Milano real (abundante).
- Triguero.
- Alcaudón real.
- Alcaraván (escuchado).
- Curruca rabilarga.
- Archibebe común (escuchado).
- Ruiseñor bastardo (escuchado).
- Aguilucho lagunero (macho).
- Ratonero.
- Garza real.
- Cuervo.
- Abubilla.
- Collalba gris (por color, tamaño y fechas no es descartable la subespecie leucorhoa).
- Buitrón.
- Tarabilla común.
- Agachadiza común.
- Cernícalo vulgar.

Con este gran sabor de boca y muchas ganas de volver me despedí, no sin antes echar un ojo a la parte monumental del cercano pueblo de Alanís como podéis ver en las fotos finales. Dentro de poco habrá otra salida muy buena por la zona, pero eso ya lo veréis en su momento...









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