Quantcast
Channel: Sierra Morena Oriental
Viewing all 1216 articles
Browse latest View live

Marruecos: 1ª parte

$
0
0

Djebel Muza, la otra Columna de Hércules junto con el Peñón de Gibraltar

Por fin toca acometer esta serie de entradas sobre el viaje a Marruecos que hice junto a Alberto Benito y Javi Pérez, algo que muchos de vosotros ya sabíais de antemano pero que a otros os pillará por sorpresa.

El 24 de marzo partimos los tres juntos en un ferry desde Algeciras a Tánger para disfrutar de la avifauna norteafricana hasta el 1 de abril, un viaje ambicioso que ya desde el mismo barco me empezó a dar frutos viendo aves marinas. Además de los alcatraces (Morus bassanus), que ya vi en Santander un mes antes, tuve observaciones de especies nuevas con las pardelas cenicientas (Calonectris diomedea), un págalo parásito (Stercorarius parasiticus) y un págalo grande (Stercorarius skua) mientras veíamos a aves migradoras como vencejos y milanos haciendo el gran esfuerzo de cruzar el Estrecho con sus fortísimos vientos.









El barco se retrasó varias veces hasta el punto de salir ya a mediodía, por lo que el primer día se nos fue entre eso, recoger un coche de alquiler en Tánger y conducir hasta Ifrán, donde pasamos la primera noche en un curioso ambiente casi europeo de turismo de montaña.

La mañana del domingo 25 nos esperaba llena de promesas en nuestro primer día de aventuras marroquíes propiamente dicho. El bosque de cedros de Azrou era el primer destino, donde empezamos a ver pájaros forestales que tenemos en nuestra fauna ibérica como el trepador azul (Sitta europaea), pero también la subespecie norteafricana del pinzón vulgar (Fringilla coelebs africana).

En un concurrido puerto de montaña con puestos de venta y turistas ya pudimos ver los primeros macacos de Berbería (Macaca sylvanus), unos ejemplares muy descarados y confiados al estar acostumbrados a la gente. No fue el caso con los que encontramos al adentrarnos en el bosque, mostrando ya más recelo ante nosotros.
Ya parecía que nos iríamos sin ver al pito de Levaillant (Picus vaillantii), antes considerado subespecie del pito real y ahora elevado al rango de especie (ya veis en la foto que apenas hay diferencias físicas), pero insistiendo al seguir sus reclamos conseguimos ver uno cobijado del frío y la lluvia en un gran cedro.












Después nos dirigimos al lago Aguelmane Sidi Ali, en pleno Atlas Medio a 2.100 metros de altitud y aún con un frío helador. Fue curioso ver en ese ambiente varias cercetas pardillas (Marmaronetta angustirostris), o al menos a mí me lo pareció tras estar acostumbrado a verlas en los humedales del sur ibérico, pero había otra anátida que acaparó el protagonismo al ser un magnífico lugar para poder observar numerosos ejemplares de tarro canelo (Tadorna ferruginea).

Por si no fuera bastante con esta preciosa novedad, también vimos allí la primera alondra cornuda (Eremophila alpestris) del viaje, especie que ya veríamos mejor al visitar otros sitios más adelante.








Llegamos a una altiplanicie entre los pueblos de Zaida y Midelt, con el Medio Atlas a nuestras espaldas y el Alto Atlas al frente con sus cumbres nevadas. El fuerte viento que soplaba era helador pese a que pueda parecer lo contrario viendo el entorno de las fotografías, y es que a partir de ese momento ya no dejaríamos de estar en ambientes áridos y desolados.

Cualquier pájaro pequeño nos llamaba poderosamente la atención al estar ya en zonas para especies desérticas, pero de momento eran especies "nuestras" como el colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus) o la collalba gris (Oenanthe oenanthe) en viaje migratorio, hasta que no tardaron en ir apareciendo las primeras collalbas desérticas (Oenanthe deserti) que desde ese momento nos acompañarían durante buena parte del viaje.












Otra collalba nos sorprendió, pues no la esperábamos hasta más adelante, cuando vimos un macho de collalba culirroja (Oenanthe moesta), mientras que a la collalba de Seebohm (Oenanthe seebohmi) la dábamos por frecuente en el viaje y al final sólo vimos este ejemplar de las fotos. Veis que se parece mucho a la collalba gris a excepción de la cara totalmente negra, cosa que se debe a que se trata nuevamente de una subespecie ahora considerada especie nueva.








Durante el largo recorrido por estas tierras tan duras nos fuimos dando cuenta de que la migración de las aves es todavía más dura al tener que atravesar estos parajes después del desierto del Sáhara y antes de cruzar el Estrecho y lo que les quede de territorio europeo.

Íbamos viendo una carraca volar sobre resecos pedregales, milanos negros luchar contra el viento, alcaudones comunes posados en cualquier sitio o el águila calzada (Hieraaetus pennatus) de la foto planear entre grandes ejemplares de sabina. También nos llamó la atención la capacidad de la subespecie africana de piquituerto (Loxia curvirostra poliogyna) para colonizar nuevos territorios al estar presentes en un pequeño pinar de repoblación rodeado de de la árida desolación que podéis ver con vuestros propios ojos en las imágenes.






Al atardecer se nos antojó parar un momento en un cañón fluvial y fue cuando se inauguró la tendencia de paradas totalmente aleatorias que nos reportarían buenas observaciones de aves.

En esa primera parada al azar nos llevamos como premio nuestro primer colirrojo diademado (Phoenicurus moussieri), un pajarillo realmente precioso que estaba acompañado por otros pájaros rupícolas de nuestra fauna ibérica como lo son el roquero solitario (Monticola solitarius) y la collalba negra (Oenanthe leucura). Javi y Alberto vieron también un escribano sahariano que yo me perdí, pero no importaba demasiado porque en adelante se convertiría en una especie muy habitual.

Allí finalizamos la primera gran jornada pajarera, muy productiva e intensa, y nos fuimos a pasar la noche a Errachidia pagando la novatada de ir sin tener nada reservado y tener que dormir en el primer hotel cutre que vimos, error que subsanamos de ahí en adelante.

Y esto es sólo el principio, porque se avecinan publicaciones de lo más emocionante.












Marruecos: 2ª parte

$
0
0



Continuemos con la segunda entrega de este exótico viaje que el día 26 de marzo nos amaneció en Errachidia para poner rumbo a Rissani, siendo un punto de inflexión del viaje al estar ya todo el tiempo en unos entornos totalmente novedosos y diferentes a cualquier otro ya conocido.

La imagen que veis arriba nos llamó poderosamente la atención, al ver ese lozano palmeral en medio de un ambiente tan árido y rocoso, hasta el punto de parar el coche para verlo mejor y así continuar con la racha de paradas aleatorias que nos reportaron especies nuevas. En este caso fueron un par de terreras saharianas (Ammomanes deserti), una de ellas intentando engullir sin éxito un geco que capturó ante nosotros.






Al pasar junto a pueblos de adobe fuimos comprobando que a partir de entonces la collalba yebélica (Oenanthe leucopyga) y el escribano sahariano (Emberiza sahari) se convertirían en observaciones muy frecuentes, incluso dentro de grandes urbes.

En una de esas paradas para ver estas aves vimos también un grupo de ardillas morunas (Atlantoxerus getulus) y observamos la manera en que los ríos con palmerales son toda una salvación para las aves migradoras que de otro modo tendrían que atravesar toda esta aridez sin posibilidad de conseguir refugio y alimento. Ejemplo de esto último fueron la curruca carrasqueña (Sylvia cantillans) y la garza imperial (Ardea purpurea) de las fotos.










Pero la importancia de estos palmerales la apreciamos mejor al parar junto a un puente y bajar al río para descubrir al azor (Accipiter gentilis) sobrevolar su territorio en el que numerosos mosquiteros papialbos (Phylloscopus bonelli) reponían fuerzas durante su largo viaje.
Allí vimos la subespecie norteafricana de la lavandera blanca (Motacilla alba subpersonata), bulbules naranjeros (Pycnonotus barbartus) y ranas verdes norteafricanas (Pelophylax saharicus), añadiendo también a las novedades unas perdices morunas que no tardaron en poner pies en polvorosa.

Por supuesto no fue lo único, en un lugar así abundaban especies como el vencejo pálido, la cigüeñuela, el chorlitejo chico,  el alcaudón común, el ruiseñor común, el andarríos chico, la garceta común o un archibebe común.










Cerca de Erfoud teníamos una arenosa localización para intentar ver la prinia desértica, un ave que finalmente no pudimos ver en todo el viaje, pero allí seguimos viendo collalbas desérticas (Oenanthe deserti) y yebélicas junto a especies nuevas. Éstas fueron la alondra ibis (Alaemon alaudipes) con su comportamiento y físico similares a una abubilla y el camachuelo trompetero (Bucanetes githagineus).
Estas dos novedades las pudimos ver más veces a lo largo del viaje, pero al trompetero ya no pude volver a fotografiarlo.









En Rissani nos esperaba más arena aún al buscar en sus cortados a una de las estrellas ornitológicas de la zona.
Ver a los cuervos desertícolas (Corvus rufficollis) era pan comido al ser numerosos y bien visibles. Si os fijáis no son realmente negros como podría parecer, más bien de un color marrón muy oscuro, entre otras tantas diferencias con nuestros cuervos comunes.
Lo que no era tan fácil era encontrarnos una curruca de Tristam (Sylvia deserticola), pero allí estaba un grupo de pajareros siendo guiados por Gayuin Birding Tours y nos vino de perlas que estuvieran observando una hembra.
También vimos terreras saharinas (en la última foto), collalbas y camachuelos trompeteros.











Yendo a otros cortados vimos por el camino la única tórtola senegalesa (Streptopelia senegalensis) que se dejó fotografiar, aunque fuese en condiciones mejorables.
Y aquí llegó la estrella del día, cuando un grupo de niños nos indicó dónde teníamos que mirar para conseguir ver al búho del desierto (Bubo ascalaphus), ya considerado especie propia tras haber estado clasificado como subespecie del búho real. Un grupo de fastidiosos cuervos lo hizo volar y al posarse lo pudimos disfrutar muchísimo, de hecho allí seguía aguantando a los córvidos mientras nos marchábamos.

Aquí hay algo que quisiera comentar más detenidamente, y es el hecho de que la gente de estos pueblos ha aprendido que estas aves atraen a observadores de aves de otros países... y que eso da dinero porque piden propinas a cambio. Los niños que nos indicaron el búho no fueron los únicos y un hombre se nos ofreció también a llevarnos a ver búhos y halcones (tagarote y borní), aunque declinamos su oferta porque queríamos intentarlo por nuestra cuenta.
La verdad es que la gente allí llega a ser muy molesta porque no aceptan un no por respuesta tan fácilmente, y realmente incomodan mucho, pero es importante que vean que estas aves dan dinero y que así se esfuercen por conservarlas, en vista de que allí la conciencia medioambiental es todavía más nefasta que en España.









Con la enorme satisfacción de haber cumplido objetivos de una manera tan espectacular nos fuimos a nuestro alojamiento en Rissani, el Riad Lghiam. Un riad es una residencia tradicional marroquí con interiores realmente bonitos y relajantes, una alternativa muy buena a los hoteles que desde aquí os recomiendo, pues las dos noches que las pasamos en este tipo de sitios estuvimos maravillosamente atendidos.

Si lo visto en esta entrada ya parece muy desértico... no es nada comparado a lo que se verá en la siguiente publicación con el desierto del Sáhara.





Marruecos: 3ª parte

$
0
0



En las dos publicaciones anteriores pudisteis asistir al cambio cada vez más tremendo del entorno en nuestro viaje a Marruecos conforme avanzábamos hacia el sur, pero no es nada comparado con el drástico cambio al conocer en persona el día 27 de marzo el desierto del Sáhara al visitar la única zona de genuino desierto de arena de todo Marruecos.

Mientras nos dirigíamos para ello a Merzouga tuvimos nuestras típicas paradas cada vez que veíamos algo que nos pareciera curioso, como las caravanas de dromedarios, y fue en una de ellas cuando vimos el único halcón borní (Falco biarmicus) de todo el viaje.

Buscar las especialidades ornitológicas de la zona era algo muy complicado, dadas las escondidizas constumbres de algunas de ellas y lo difícil que es moverse por las dunas. Sería la única vez que precisaríamos de un guía, y para ello teníamos referencias del Hotel Yasmina con sus anillamientos de aves y rutas guiadas. Pero ya por el camino se nos dio muy bien la cosa viendo por nuestra cuenta especies interesantes como una alondra ibis (Alaemon laudipes) de cerca y dos especies nuevas que fueron la terrera colinegra (Ammomanes cinctura) y la ganga coronada (Pterocles senegallus).
















La verdad es que fuimos afortunados al conseguir ver esas especies (con las gangas fue un éxito teniendo en cuenta que muchos viajeros sólo las consiguen ver en vuelo) antes de contratar un guía, pero ya requería mucha prudencia conducir por pistas arenosas hasta el Hotel Yasmina y más adelante nos sería imposible sin un 4x4 y sin conocer el terreno, mucho más importante.

Tras hablar de ello en recepción y esperar a que nos pudieran llevar, viendo mientras tanto una jornada de anillamiento ya que estábamos allí, finalmente nos llevaron en todoterreno en busca de especies tan complicadas como el chotacabras egipcio (Caprimulgus aegyptius). La ayuda de un pastor local fue indispensable para dar con tres ejemplares que dormitaban bien camuflados, tanto que nos costó verlos aunque nos señalaran el lugar donde estaban.

La curruca sahariana (Sylvia deserti) con su inolvidable mirada amarilla costó lo suyo, dando varias vueltas hasta dar con un ejemplar que se portó bastante bien dejándose ver sobre los arbustos espinosos del desierto. Puede parecer mentira que no sea fácil ver un gorrión, pero los gorriones saharianos (Passer simplex) están en declive mientras que los gorriones comunes les comen terreno, y en un lugar indicado vimos una única pareja que aún aguantaba.












Por supuesto vimos más cosas durante el recorrido, como por ejemplo una rana norteafricana (Pelophylax saharicus) en un pozo, más alondras ibis, collalbas yebélicas (Oenanthe leucopyga) o currucas carrasqueñas (Sylvia cantillans). Esto último mostró una vez más lo durísima que es la migración de las aves, daos cuenta de que esta pequeña curruca estaba en la única zona con agua y árboles que había en mucha distancia a la redonda en pleno desierto, y lo mismo pensamos cuando vimos a un cernícalo primilla posado en una duna.








Con la enorme satisfacción de haber conseguido ver tantas especies objetivo, sensación incrementada por lo tremendamente atractivas que son bastantes de ellas, nos dimos un buen homenaje comiendo en el mismo hotel. Fue de hecho la única vez que no comimos de bocadillo a mediodía y nos sentó de maravilla estar allí disfrutando más todavía la experiencia sahariana, que a buen seguro recordaremos el resto de nuestras vidas.

Por la tarde nos dirigimos a Boulmane Dades para pasar la noche, esperándonos al día siguiente las áridas estepas con especies de lo más interesante.






Marruecos: 4ª parte

$
0
0



La mañana del día 28 de marzo teníamos nuestro primer destino muy cerca de donde pasamos la noche, en Boumalne Dades, por lo que nos podíamos tomar todo el tiempo que quisiéramos buscando aves esteparias por la red de carriles que hay yendo hacia el pueblo de Tagdilt.
Al poco de salir de Boumalnes Dades pudimos finalmente fotografiar un ratonero moro (Buteo rufinus) después de haber visto uno volando durante unos segundos el día que fuimos a Rissani.

Ya en la foto del ratonero se intuye lo cerdísima que es la gente dejando todo lleno de basura, pero al ir adentrándonos por las pistas de tierra nos encontramos con un ambiente de arenosos y pedregosos llanos con arbustos muy buenos para buscar collalbas. Primero encontramos collalbas desérticas (Oenanthe deserti), tan frecuentes desde que las vimos por primera vez en las altiplanicies cercanas a Zaida, y bastantes ejemplares de collalba culirroja (Oenanthe moesta). De esta última nos encantó el reclamo parecido a una tetera hirviendo que hacen tanto machos como hembras.












Los aláudidos también eran un objetivo en la zona. Vimos a las alondras ibis (Alaemon alaudipes) en plena exhibición de cortejo, primero cantando (su canto es una maravilla, por cierto) desde un posadero descubierto y luego volando un poco para dejarse caer "en paracaídas". Una visión que merece mucho la pena.

También vimos como novedad alondras saharianas (Eremophila bilopha), que se diferencian de las emparentadas alondras cornudas sobre todo por carecer de tonos amarillos faciales. Otro aláudido nuevo que vimos fue la calandria picogorda cuando pasaron varios ejemplares en vuelo, pero ya las pillaríamos más tarde.

Los que no se nos escaparon fueron los corredores saharianos (Cursorius cursor), que nos habían estado dando esquinazo los dos días anteriores y finalmente los disfrutamos como es debido viendo más de una decena de ejemplares. Muchos ya sabréis que pertenecen a la misma familia que las canasteras, y la verdad es que en directo se parecen mucho, aunque obviamente corretean a la manera de los correlimos y similares.








Considerando que habíamos cumplido muy bien los objetivos esteparios nos fuimos con el coche bien lleno de arena a las Gargantas del Todra, enclave que dejamos en el tintero el día anterior por falta de tiempo.

Pasamos por la muy turística ciudad de Tinghir para llegar hasta allí, en un anticipo de la masificación de turistas que íbamos a encontrar. Pudimos ver un ratonero moro comiéndose un sapo en una palmera de la ciudad, tórtolas senegalesas (Streptopelia senegalensis) y aviones. Uno de los objetivos de la zona eran precisamente los aviones al haber aviones isabelinos, pero eran difíciles de distinguir en vuelo de sus primos los aviones roqueros, por lo que la foto que me llevé fue finalmente de un avión roquero (Ptyonoprogne rupestris).











Todavía nos quedaba tiempo, así que volvimos de nuevo a los alrededores de Boumalne Dades a intentar "rebañar" especies. Nuevamente encontramos collalbas como esta hembra de collalba culirroja de la foto, por ejemplo, pero nos llevamos también la satisfacción de dar con un grupito de calandrias picogordas (Ramphocoris clotbey) que esta vez sí se dejaron observar y fotografiar largo rato.






Nuestro alojamiento sería el Riad Sarayas en Ouarzazate, un lugar recomendable como el otro riad donde estuvimos en Rissani, muy cómodo y con estupendo y amable servicio. Desde su terraza tuvimos por la mañana el canto de bulbules naranjeros (Pyctonotus barbatus) y escribanos saharianos (Emberiza sahari) para empezar bien el día.
Por cierto, supongo bien al pensar que quien aquí entra tiene más intereses aparte de la naturaleza, por lo que os comento que en Ouarzazate hay unos estudios de cine y se han rodado escenas de películas tan conocidas como Star Wars, Gladiator, El reino de los cielos o La momia, además de la popular serie Juego de tronos.








Desde este momento dejaré de dedicar entradas separadas de blog a cada día del viaje, el repertorio de especies exclusivas se iría reduciendo y al viajar de nuevo hacia el norte ya no sería tan novedoso tampoco el entorno.

El abejaruco persa era una especie que aún no habíamos visto teníamos opciones de encontrar en las afueras de Ouarzazate, pero en esas fechas (ya estábamos a 29 de marzo) aún estaban migrando y nos quedamos con la espinita clavada. Estuvimos viendo otras especies como tórtolas senegalesas, tarros canelos (Tadorna ferruginea), collalbas magrebíes (Galerida macrorhyncha) y un halcón tagarote (Falco pelegrinoides).
Aparte de lo mostrado en fotografías vimos colirrojos reales, golondrinas dáuricas, un águila pescadora... y un turdoide rojizo que fue visto y no visto.





Pues no, yo tampoco la sé diferenciar de la cogujada común



Íbamos hacia Marrakech sabiendo que de camino había opción de parar en un punto concreto para buscar la escasa collalba magrebí (Oenanthe halophila), ahora separada como especie de la collalba núbica.

Buscando por una zona indicada vimos algunos agamas de Bribón (Agama impalearis) y unos camachuelos trompeteros que una vez más me dejaban sin poder fotografiarlos, parecía que no íbamos a tener suerte con la collalba magrebí a pesar de insistir mucho, pero finalmente un canto tipo túrdido (ya sé que las cambiaron de familia, pero ya me entendéis) nos puso sobre aviso y pudimos localizar un macho y más tarde a su pareja.








En el largo camino hacia Marrakech nos llamaban la atención los abejarucos, pero acababan siendo nuestros abejarucos comunes (Merops apiaster) migrando y ya hacía tiempo que habíamos dejado atrás los límites de distribución del abejaruco persa. Otro bonito coraciforme que vimos de camino fue la carraca (Coracias garrulus), que no siempre se deja sacar así de bien y fue más que bien recibida.

La llegada a Marrakech fue sin duda de las peores experiencias del viaje con su caótico tráfico en el que los conductores simplemente circulan como les da la puñetera gana, y encontrar el hotel no fue sencillo, pero una vez allí pudimos relajarnos y disfrutar de los vencejos moros (Apus affinis) desde nuestra habitación, así como también es destacable que vimos un halcón tagarote desde la medina.

Aquí termina esta doble jornada, con la guinda final de la mezquita Kutubía fotografiada nefastamente con mi móvil y la kasbah de Taourirt (Ouarzazate). Próximamente veremos lo que queda del viaje con algunas especies interesantes todavía.











Marruecos: 5ª parte

$
0
0



Pasamos a terminar el relato del viaje marroquí con esta publicación que resumirá los últimos días allí, en los que la cantidad de especies nuevas obviamente disminuyó pero algunas de ellas eran muy especiales como vais a poder comprobar. Y es que viajando hacia el norte todavía nos quedaban por ver aves muy interesantes, alguna de ellas muy complicada además.

La mañana del día 30 de marzo estábamos en la estación de esquí de Oukaimeden para disfrutar de una especialidad alpina que en Europa no tenemos, pero no sin ver antes algunas especies nuestras como las chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) y piquigualdas (Pyrrhocorax graculus).








Allí arriba en el Alto Atlas el frío no era poco precisamente y tuvimos que echar mano de la ropa de abrigo tras tantos días sin usarla en el sur del país, aunque la insolación era fuerte y bastantes geckos diurnos del Atlas (Quedenfeldtia trachyblepharus) se movían muy activamente por las rocas.
Pudimos observar también lo dura que debió ser la vida en aquellas alturas viendo las modestas construcciones que se apilaban en sus laderas de las que tomaban el mismo color.






En aquellas duras y desarboladas alturas vive el camachuelo alirrojo (Rhodopechys alienus), que ahora es considerado una especie endémica del Atlas tras haber sido anteriormente clasificado como subespecie de otra especie que vive en Oriente Medio.
La verdad es que tuvimos bastante suerte y tuvimos numerosas observaciones de este bonito fringílido de montaña mientras hacíamos nuestra ruta, sobre todo durante la ida.







A la alondra cornuda (Eremophila alpestris) y al colirrojo diademado (Phoenicurus moussieri) ya los habíamos visto al inicio del viaje cuando bajábamos de Ifrán a Errachidia, pero en esta ocasión los disfrutamos mucho mejor al tenerlos en mejores condiciones y durante más tiempo, así da gusto patear las montañas norteafricanas.













Nos sentó de maravilla esta dosis de alta montaña con lo que eso nos gusta en común a los tres que hicimos el viaje, y no es para menos en un lugar que recuerda tanto a Sierra Nevada al mismo tiempo que desprende fuertemente su personalidad propia.

Los grandes bandos de chovas y un último ratonero moro (Buteo rufinus) nos despidieron antes de bajar de nuevo por esas laderas tapizadas de cedros y sabinas, con pueblos remotos y muchísimas curvas de carretera de montaña antes de tomar la autopista hacia Temara, donde pasamos la noche en unos apartamentos que nos sorprendieron gratamente con su relación calidad/precio.






El día 31 tocó madrugar de nuevo, más incluso porque había que estar bien temprano en el lugar donde podíamos tener la oportunidad de ver al esquivo francolín biespolado (Pternistis bicalcaratus).
En un bonito entorno de monte mediterráneo (que tan familiar nos resultó a los dos andaluces del grupo) esperamos temprano dispuestos a detectar a los francolines cuando cantaran, aunque lo de cantar es un decir porque más bien pegan unos fuertes berridos muy roncos.

Efectivamente pudimos oírlos, incluso vimos dos de ellos en vuelo, algo que no esperábamos teniendo en cuenta lo difíciles de ver que son, pero lo que sí que nos pilló por sorpresa fue ver uno en medio del carril y poder incluso fotografiarlo. Con esto no contábamos para nada sabiendo lo discretos y huidizos que son, ya podíamos estar sobradamente satisfechos, pero además mis compañeros se llevaron a la saca el herrerillo africano (Parus teneriffae), especie que yo vi en Canarias allá por el 97.

Después pasamos bastante rato en el bosque de La Mamora, el mayor alcornocal del mundo, aunque a mí sinceramente me gustan más los alcornocales de España. La Mamora parecía más bien un parque urbano, pero estando allí pudimos ver un eslizón costero (que me quedé sin fotografiar antes de que se escabullera) y más de una decena de tortugas moras (Testudo graeca), especie que nunca habíamos visto pese a tenerla también en España.








Si la mañana fue un éxito no pudimos decir lo mismo de la tarde, yendo al humedal de Merja Zerga (Laguna Azul) con la intención de ver búhos moros sin tener un guía contratado de antemano. La cosa era intentar ir por nuestra cuenta viendo lo que pudiéramos con la opción de que algún guía local nos abordase, cosa que a mí francamente no me agradaba sabiendo la picaresca que suelen gastar.

Nos encontramos con un humedal acorralado y en grave peligro de desaparecer sin poder ver el búho moro y apenas otras especies, dando una vuelta por la playa del pueblo de Moulay Bousselham fue donde más o menos pudimos ver cosillas.
Como muestra ahí tenemos una fragata portuguesa (Physalia physalis), un charrán patinegro (Thalasseus sandvicensis), gaviotas de Audouin (Larus audouniii) y un macho de aguilucho lagunero (Circus aeroginosus).






Anillada en Tarragona en 2015





Pasamos la última noche en Larache, desde donde iríamos a Tánger para regresar a España el 1 de abril. Pero antes de irnos quisimos dar una última vuelta por un humedal cerca de Larache que fue otra cosa en comparación con nuestra desastrosa experiencia en la Merja Zerga.

La especie objetivo era el avión paludícola (Riparia paludicola) como última especie nueva antes de salir de Marruecos. No deja de ser una versión sosainas del avión zapador, pero allí había mucho más y pudimos disfrutar de un águila pescadora (Pandion haliaetus), pagazas piconegras (Gelochelidon niloticus), garzas imperiales (Ardea purpurea) y espátulas (Platalea leucorodia). Agreguemos al repertorio más especies sin mostrar en fotos como moritos, buscarlas unicolor, lavanderas boyeras, patos colorados, canasteras, una polluela pintoja y perdices morunas... allí sí que nos pusimos las botas.









Tras esto tocó subir al ferry de Algeciras viendo algunos alcatraces desde la cubierta, llevándonos una mayoría de objetivos cumplidos y experiencias de las que siempre perduran en el recuerdo.
Fueron unos días muy intensos en los que uno se llegaba a sentir abrumado conforme iba viajando cada vez más al sur y pasando por esos parajes tan áridos y desolados, aparentemente vacíos pero llenos de una fauna tan íntimamente ligada a ellos, hasta llegar a la experiencia tan brutal del desierto de arena dando la bienvenida al Sáhara.

¿Lo recomiendo? Sí, pero con matices.
Diría que sí en cuanto a naturaleza. Puedes moverte por una diversidad de hábitats que podéis repasar si echáis un vistazo por encima a las cinco publicaciones: desierto, alta montaña, monte mediterráneo, humedal costero, estepa, bosque de cedros... Todos con una fauna paleártica que incluye una mayoría de especies de fauna como las que tenemos en España, pero añadiendo especies africanas que merecen por sí mismas un viaje como el que hemos ido viendo.
Pero por otro lado hay que tener en cuenta las "peculiaridades" del país y su gente. Conviene ir sabiendo que allí la gente conduce de una manera bastante peligrosa, y que suelen tener una actitud muy acosadora con respecto a los extranjeros. Por lo demás, ver sus pueblos y disfrutar de su rica gastronomía complementan la expedición con creces, ver estas especies de aves está realmente bien pero el viaje gana puntos al alojarse en un riad y comer un buen tajine, porque ver collalbas propias de medios áridos no sería lo mismo sin ver también esas casas de adobe junto a palmerales.





La cola del Embalse de Bornos muy revitalizada

$
0
0



Espero sinceramente que os haya gustado el reportaje en cinco parte del viaje a Marruecos y que haya servido para trasladaros mínimamente a sus diversos escenarios, pues ya es hora de volver a la fauna ibérica.

El 2 de abril tenía que estar en el colegio por la tarde, pero el martes 3 ya empecé a salir por los alrededores de mi hogar temporal en Prado del Rey y he de decir que me encontré con la primavera irrumpiendo en escena con mucha fuerza. Las primaveras aquí en el sur ya son de por sí gloriosas, pero este año con las muy abundantes lluvias ha llegado un mes de abril impresionante y me emociona pensar que todavía queda mayo para continuarlo...

El Paraje Natural Cola del Embalse de Bornos no me había mostrado todo su potencial hasta ahora, a tope de agua y como hacía tiempo que no se veía. El reconocible e insistente canto del triguero (Emberiza calandra) era la banda sonora perfecta para los campos cuajados del amarillo de las margaritas en los que cazaba una docena de cernícalos primillas (Falco naumanni) mezclados momentáneamente con un grupo de milanos negros (Milvus migrans).










Ahora la observación de aves acuáticas era otro cantar, llegando el agua hasta la pequeña loma coronada de olivos que siempre utilizo como oteadero. Desde allí se veían nadar unos ánades frisos (Anas strepera) y se podía seguir el ajetreo de las garzas reales (Ardea cinerea) bien engalanadas con los colores del celo y centradas en tener todo a punto para la nueva temporada de cría.
Me sorprendió gratamente ver cuatro espátulas (Platalea leucorodia) mezcladas con las mucho más abundantes garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) y un pato colorado (Netta rufina).











Otra sorpresa que me tenía reservada la tarde fue la aparición de tres pagazas piquirrojas (Hydroprogne caspia) que a veces pasaban muy cerca de mi posición en sus vuelos de búsqueda de presas. Como llevo el blog con un ritmo bastante atrasado al acumular tanto material (casi un mes de atraso), os comento que esta semana he vuelto a ver dos ejemplares y uno de ellos portaba una anilla que indica procedencia sueca, pero ya hablaré de ella más despacio cuando toque.
Esta especie es uno de mis objetivos más deseados cuando voy a Sanlúcar de Barrameda, y ahora resulta que actualmente la puedo ver a 20 minutos de casa... casi nada.











La salida se redondeó con una hembra de aguilucho cenizo (Circus pygargus) y uno de los elanios (Elanus caeruleus) que se suelen ver por estos campos.

Este paraje aparecerá en alguna publicación más porque está ahora mismo de lo más interesante, junto a las clásicas entradas serranas con el macizo de Grazalema como protagonista. Precisamente sus montañas se ven en la última fotografía, que bien muestra lo cerca que tengo este enclave de aves acuáticas junto a mi hogar en la sierra.








Grazalema primaveral

$
0
0



Abril fue un mes bastante productivo en las salidas entre semana por la sierra, la primavera estaba latiendo bien fuerte y la presencia de aves estivales ha ido en aumento junto a otros atractivos como las orquídeas en estas largas tardes con más luz.

Desde la terraza de mi casa en Prado del Rey he seguido bien atento a las aves que sobrevuelan el pueblo y así es como, además de vencejos pálidos (Apus pallidus) y golondrinas (Hirundo rustica), vi pasar un aguilucho lagunero (Circus aeroginosus), milanos negros (Milvus migrans) y águilas calzadas (Hieraaetus pennatus).
El día 2 vi un buitre negro (Aegypius monachus) en dirección sur entre el habitual trasiego de buitres leonados (Gyps fulvus), el día 3 una cigüeña negra (Ciconia nigra) viajaba al norte en su migración y el día 5 tuve la agradable sorpresa de un alimoche (Neoprhron percnopterus) de los que aún crían en la zona.












La tarde del día 4 invitaba a darse una buena vuelta por la sierra y recorrer los cortados calizos en compañía de cabras monteses (Capra pyrenaica), chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) y buitres leonados con la aparición estelar del buitre negro de Huelva que lleva ya tantos años entre ellos en una colonia.
Un águila calzada cazando un pájaro sobre los tejados del pueblo de El Bosque fue el broche ornitológico a la salida cuando ya volvía a casa al atardecer, pero digo ornitológico porque quedan otras cosas más.











Con los "bichos" tuve esta araña negra de los alcornocales (Macrothele calpeiana) y una mariposa de los olmos (Nymphalis polychloros) que fue la única que se dejó fotografiar (también había arlequines y cleopatras). La hierba doncella (Vinca major) ha estado teniendo mucha presencia con su floración, y a esos menesteres vamos a pasar ahora.






Estamos en temporada de orquídeas y a primeros de mes ya teníamos disponibles para nuestro disfrute visual las especies Ophrys fusca, Ophrys lutea, Ophrys speculum, Orchis italica y Aceras antrhropophorum.
Ophrys fusca es la primera especie en florecer y ha ido siendo cada vez menos común encontrar ejemplares frescos, mientras que la última especie ha ido abriendo sus flores al avanzar el mes, y todavía quedan otras por ir viendo durante la primavera.










Me gusta incluir en estas publicaciones lo que también veo durante mis desplazamientos en coche a otros sitios y veo interesante acabar con una carraca (Coracias garrulus) en la campiña sevillana el día 8 de abril, la primera que he visto esta primavera por aquí.
Con estas entradas recientes se está inaugurando una potente temporada primaveral en el blog de la que aún hemos visto cuatro cosas, ya seguiremos.




Complejo endorreico de Espera

$
0
0



La tarde del día 5 de abril invitaba a dar una buena vuelta por las lagunas endorreicas de Espera, que durante el invierno mostraban un aspecto bastante penoso con tan sólo la laguna salada de Zorrilla manteniendo agua.

Pero después de todo lo que había llovido tenía que estar muy distinto el panorama ahora en primavera, tan sólo hay que ver el cambio que ha dado la cola del embalse de Bornos como hemos podido ver en la publicación anterior, así que fui para allá a ver qué me encontraba. Efectivamente ya sí había agua en todas las lagunas, en las que nadaban anátidas como la malvasía (Oxyura leucocephala), el pato colorado (Netta rufina) y el ánade friso (Anas strepera) junto a zampullines cuellinegros (Podiceps nigricollis). Especies como el aguilucho lagunero (Circus aeroginosus) y el galápago leproso (Mauremys leprosa) completaban el abanico clásico de fauna de los humedales.







La verdad es que en estas lagunas la visibilidad es limitada y las distancias son largas, pero los campos del entorno suponen un aliciente más para la visita. La primavera lucía bien engalanada de jaras, margaritas o viboreras entre otras flores, pero lo que más me gustó a este respecto fue encontrarme con la presencia en la zona de las orquídeas Ophrys fusca, Ophrys speculum y Ophrys lutea en abundante cantidad.










Un rico colorido primaveral que también supo mostrar la fauna con los diseños de las mariposas arlequín (Zerynthia rumina) y los abejarucos (Merops apiaster).








El monótono y característico canto de los trigueros (Emberiza calandra) sonaba por casi todas partes mientras que se dejaban ver pequeños pájaros en migración como la lavandera boyera (Motacilla flava), el alcaudón común (Lanius senator) o la curruca zarcera (Sylvia communis). Después de haber visto personalmente en Marruecos lo que supone la migración africana para estos paseriformes ahora los veo con otros ojos, la verdad.








A este repertorio ornitológico se sumaron otras especies como el águila calzada (Hieraaetus pennatus), la golondrina dáurica (Hirundo daurica), la perdiz roja (Alectoris rufa) y el aguilucho cenizo (Circus pygargus).







Mientras volvía a casa me pillaba de camino el embalse de Bornos, donde hice una corta parada aprovechando que aún quedaba luz. Allí vi por ejemplo algunos cernícalos primillas (Falco naumanni), una pareja de aguiluchos laguneros y una garza imperial (Ardea purpurea) para rematar esta salida con especies de campiñas y humedales.
Nos vemos dentro de poco con una publicación de mi Sierra Morena natal en la que habrá de todo.








Un par de ratos por la Sierra Morena jiennense

$
0
0



Los días 7 y 8 de abril estuve en Bailén, mi pueblo, tomándome aquel fin de semana con tranquilidad aunque con sendas salidas breves por las mañanas que me acabaron dando mucha vidilla.
Además tuve la compañía de un amigo distinto cada uno de los días añadiendo la satisfacción de poder compartir estos buenos ratos en la naturaleza de nuestra Sierra Morena.

Me llamó la atención ver que todavía hubiera lúganos (Carduelis spinus) en los alisos al mismo tiempo que florecían cantuesos (Lavandula stoechas), jaras blancas (Cistus albidus) y conejitos (Linaria amathystea).







Con aquel tiempo húmedo pude encontrar algunas ranitas meridionales (Hyla meridionalis) a la luz del día, si bien son bastante diurnas y les gusta tomar el sol. Unos tritones ibéricos (Lissotriton boscai) fueron una muy bien recibida novedad anfibia al no haberlos visto hasta entonces en mi provincia de Jaén, además de que llevaba dos años sin verlos como quien no quiere la cosa.






Los lúganos no fueron las únicas aves, claro, por la misma zona se movían otros pájaros como los herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus) y mirando al cielo tuvimos las magníficas siluetas de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia), un halcón peregrino (Falco peregrinus), culebreras (Circaetus gallicus), buitres leonados (Gyps fulvus) y águilas calzadas (Hieraaetus pennatus).









Estábamos en buena época para orquídeas, que en esas sierras bajas son bastante tempranas aunque el tiempo de este año está siendo raro y ha atrasado muchas cosas. No estuvo nada mal la cosa y en el repertorio me llevé varias especies que no he visto en las sierras calizas de Grazalema (eso lo iréis viendo conforme vaya actualizando el blog). Las especies vistas fueron Orchis collina, Orchis champagneuxii, Ophrys tenthredinifera, Orchis conica, Ophrys dyris y Orchis papilionacea.

Estuvo muy bien la cosa en general para el poco rato que estuve en ambas salidas y me llevé una variedad de fauna y flora mejor de la esperada con el tiempo tan inestable y poco apetecible que hizo, uno nunca sabe lo que se puede encontrar en el campo.










Con las canasteras en el Brazo del Este

$
0
0



Hace justo un mes, el 11 de abril, estaba en el Brazo del Este pasando una tarde que no era precisamente agradable por el fuerte viento que soplaba, pero en cuanto a observaciones de aves no estuvo nada mal la cosa.
Pude, por ejemplo, disfrutar sobradamente de las espátulas (Platalea leucorodia) junto a cigüeñuelas (Himantopus himantopus), moritos (Plegadis falcinellus) y avocetas (Recurvirostra avosetta).












El repertorio de aves observables es siempre tremendo allí. Que nos sirva como buen ejemplo este repertorio con calamones (Porphyrio porphyrio), un martinete (Nycticorax nycticorax), un pato colorado (Netta rufina), una garceta grande (Egretta alba), un andarríos grande (Tringa ochropus), archibebes claros (Tringa nebularia), una garcilla cangrejera (Ardeola ralloides), culebreras (Circaetus gallicus) y flamencos (Phoenicopterus roseus).



















Con respecto a las especies estivales del paraje que más me interesan no se me dio muy bien la cosa en principio, con sólo cuatro avistamientos malos de garza imperial (Ardea purpurea) y un único fumarel cariblanco (Chlidonias hybrida).

Pero no puedo decir lo mismo con las canasteras (Glareola pratincola) al poder ver numerosos ejemplares en un campo que parece ser su nueva colonia de cría. Digo esto último porque ya no están donde siempre anidaban durante años anteriores, tal vez hartas de las molestias del ganado que suele andar por allí con no pocas ilegalidades al respecto.

















Recientemente me enteré de que a algunas personas les escuece que yo divulgue las atrocidades que se cometen en este Paraje Natural tan dejado a su suerte... pero lo pienso seguir haciendo.
Una vez más ha coincidido publicar una entrada sobre el Brazo del Este el mismo día en que haré una visita, ya os contaré en su momento qué tal se me dio. Aquí dejo mientras tanto la lista con todas las especies anotadas:







Especialidades de la Sierra Morena cordobesa

$
0
0



El día 14 de abril amanecí en Córdoba invitado por José Carlos Sires y Esperanza Poveda para continuar conociendo mejor la naturaleza cordobesa junto a ellos como ya hice en enero.

Esta vez tocaba empezar el día con la Sierra Morena más cercana a la capital, que tanto desconozco pese a las muchísimas veces que habré estado en esa ciudad, yendo al Arroyo Bejarano para buscar en sus encinares y bosques de ribera a dos pícidos tan pequeños como discretos.
El pico menor (Dendrocopos minor) y el torcecuello (Jynx torquilla) no son especies que yo haya visto muchas veces precisamente, y gracias a lo bien controlados que mis amigos los tienen los pude disfrutar de una manera que ni esperaba en ese bonito entorno salpicado de orquídeas de la especie Ophrys tenthredinifera.









Esas dos especies que tanto me interesaban bastaban por sí mismas para hacer la excursión allí, pero se pudo disfrutar además de una cigüeña negra (Ciconia nigra) cicleando junto a un aguilucho lagunero (Circus aeroginosus), águilas calzadas (Hieraaetus pennatus), un precioso macho de colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus), abejarucos (Merops apiaster) y un cuco (Cuculus canorus) que en la última foto salió incomodado por las pasadas que le dio un alcaudón.
Hay que destacar que el colirrojo estaba marcando territorio al criar en la zona gracias a la colocación de cajas nido, que tanto ayudan a nuestros pájaros insectívoros.












Después nos dirigimos a Villafranca de Córdoba para comer y pasar la tarde en Las Ventillas, paraje que nos recibió con sus mejores galas primaverales y especies como el águila real (Aquila chrysaetos), la golondrina común (Hirundo rustica), la culebrilla ciega (Blanus mariae) o el caballito del diablo Ischnura graellsii.










Pienso que es justo dedicar un momento a admirar la floración tan espléndida que había por entonces. Sirvan como muestra la leche de gallina (Ornithogalum umbellatum), el cantueso (Lavandula stoechas), la arveja (Lathyrus clymenum), la jara blanca (Cistus albidus), el jacinto bastardo (Dipcadi serotinum), el cestillo de plata (Iberis sempervirens) y la aguja de pastor (Erodium cicutarium).










Aquí siempre siento que hay que destacar aparte las orquídeas, tan atractivas con sus diferentes y curiosos diseños. Encontramos las especies Orchis champagneuxii, Orchis italica, Ophrys tenthredinifera, Ophrys speculum y el híbrido de las dos últimas (Ophrys x heraultii).








Todo esto justificó de sobra ir allí, pero había una especialidad ornitológica que era el claro objetivo de la tarde. 
Allí se ven de maravilla los críalos (Clamator glandarius) haciendo el gamberro para distraer a las urracas y conseguir una oportunidad para dejarles un huevo en el nido, que ellas cuidarán como forzoso hijo adoptivo. Presenciamos varias cópulas que siempre eran precedidas por una ofrenda de comida del macho (una peluda oruga), con ruidosas y gritonas llamadas incluidas.






Cópula





El sector cordobés de Sierra Morena era hasta ahora una zona que desconocía bastante pese a tenerla cerca de mi tierra natal, cosa que de momento se va subsanando gracias a la ayuda de amigos con aficiones comunes (y con los que se disfrutan más este tipo de salidas).
Al día siguiente cambiamos de tercio con los humedales yendo a las lagunas del sur de Córdoba, cosa que ya veréis en unos pocos días.


Embalse de San Rafael de Navallana

Sierra Subbética Cordobesa


Lagunas cordobesas

$
0
0



El 15 de abril me esperaba aún una segunda sesión de naturaleza cordobesa junto a José Carlos Sires y Esperanza Poveda yendo a visitar un par de lagunas al sur de la provincia, pero primero me llevaron a ver los cernícalos primillas (Falco naumanni) de la capital y pudimos ver varios ejemplares antes de ponernos en marcha.
Estos primillas están allí como resultado de un proyecto de reintroducción llevado a cabo por la asociación GREFA, todos sabemos ya a estas alturas los muchos problemas que está teniendo la especie para criar en unos núcleos urbanos en los que cada vez hay menos sitios adecuados para anidar.






Grajillas (Corvus monedula), competidoras por los huecos para anidar

Después de este breve paseo por la ciudad nos dirigimos a las campiñas del sur cordobés para ver la laguna del Rincón, declarada Sitio Ramsar por su importancia en materia de conservación. Hay que recordar que en los años 70 quedaba en la vecina laguna de Zóñar una veintena de malvasías, las últimas de nuestra fauna ibérica, hasta que empezaron a recolonizar las lagunas cercanas y otros humedales del sur peninsular.

Allí empezamos viendo especies comunes como el aguilucho lagunero (Circus aeroginosus) o el avión común (Delichon urbicum) y un notorio paso migratorio de mosquiteros papialbos (Phylloscopus bonelli) y musicales (Phylloscopus trochilus) mientras en las orillas se veían ranas comunes (Pelophylax perezi) y mariquitas de la especie Epilachna argus.










No podía faltar el típico cartel con especies de aves que mostraba prácticamente de todo, incluyendo especies que muy raramente se podrán observar allí, con no poca guasa por nuestra parte.
Pero claro que vimos bastantes aves, eso por supuesto. Pudimos observar zampullines cuellinegros (Podiceps nigricollis), gallinetas (Gallinula chloropus), porrones comunes (Aythya ferina), patos colorados (Netta rufina) y somormujos (Podiceps cristatus), además de especies detectadas por el oído como por ejemplo el ruiseñor o el calamón.














La especie estrella de la laguna, la malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), la disfrutamos de maravilla al ver varios ejemplares a corta distancia.
Actualmente la podemos ver en numerosos humedales de Cádiz, Ciudad Real, Toledo, Murcia, Málaga o Alicante entre otros sitios, pero continúa siendo una especie amenazada con obstáculos para su conservación como la introducción de especies exóticas o que incompresiblemente se pueda cazar en los lugares en los que habita junto a otras especies protegidas que también se llevan mucho plomo todos los años.











Yo tenía que volver a Prado del Rey (Cádiz) por la tarde, pero antes tuvimos tiempo de ver la laguna de Zóñar más que nada por la curiosidad de ver el entorno y recordar la historia de la recuperación de la malvasía. Como dato final me gustaría mencionar que más bien se trata de un lago por la profundidad que alcanza, siendo por tanto el único lago natural de Andalucía.
Esto me deja claro que tengo que seguir conociendo mejor la provincia de Córdoba, tan cercana a mi tierra natal.





Esperando al roquero rojo

$
0
0



A mediados de abril estaba la Sierra de Grazalema con un ambiente primaveral desbordante de vida como pudimos ver en otra publicación anterior, tan sólo me bastaba salir a la terraza para ver golondrinas comunes (Hirundo rustica), vencejos pálidos (Apus pallidus), buitres leonados (Gyps fulvus), algún milano negro (Milvus migrans) o una cigüeña negra (Ciconia nigra) migrando hacia su hogar.








Esta cigüeña negra la vi el 17 de abril, el mismo día que elegí salir hacia las zonas altas de la sierra para comprobar si ya había llegado otro migrador que estaba esperando con ganas: el roquero rojo.

Por la carretera me pareció ver el colorido de unas orquídeas y paré a echar un vistazo. Junto a una jara blanca con inquilino (una araña cangrejo atrapando una abeja, que no vi hasta fijarme bien en la foto) estaban las orquídeas Ophrys lutea, Ophrys speculum, Orchis italica, Ophrys tenthredinifera y Cephalanthera longifolia.










Más adelante hice una segunda parada donde sabía que me esperaba otra especie interesante que tenía ganas de ver. Cerca de varias Ophrys lutea más y alguna Ophrys fusca venida a menos había unas Aceras anthropophorum a las que todavía faltaba un tiempo para mostrar todo su esplendor.







Al fin llegué al Cerro Coros con el tiempo un poco apurado tras estas paradas que se alargaron más de lo esperado, con el recibimiento de buitres leonados (Gyps fulvus), un águila calzada (Hieraaetus pennatus) con una presa en las garras y una imponente águila real (Aquila chrysaetos) que fue vista y no vista.










En la cima marcaban territorio machos de lepidópteros como la vanesa de los cardos (Vanessa cardui) y el almirante rojo (Vanessa atalanta). Allí no tardé en oír el canto de los roqueros y no me quedaba muy claro de qué especie se trataba, pero por suerte los roqueros solitarios (Monticola solitarius) se mostraron muy a la vista y pude comprobar que en otro barranco era su primo el roquero rojo quien cantaba al tener la oportunidad de comparar en directo los cantos de ambas especies... aunque me quedé con la espinita de que el roquero rojo no se animara a dejarse ver.






No tuve suerte con esa especie, pero el día 19 me salió mejor la jugada al probar con otra ave que quería ver por la zona. Fui con Antonio Acosta al Río Majaceite tras saber a través de él que allí hay mirlos acuáticos (Cinclus cinclus), cosa que yo desconocía y me sorprendió muy gratamente. Bien cierto es que el hábitat es maravilloso para tan exigente especie, pero no esperaba su presencia allí con tanto turismo.

También hay que tener en cuenta que yo hasta ahora sólo había conocido el tramo del río más cercano a la localidad de El Bosque, pero fuimos por la otra mitad que se acerca hasta Benamahoma y allí pudimos ver unos tres ejemplares junto a otras aves como el petirrojo (Erithacus rubecula) y un precioso macho de papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca).








También vimos ácaros rojos, un pseudoescorpión, orquídeas Ophrys bombyliflora (junto a Ophrys lutea, Ophrys tenthredinifera, Ophrys fusca, Ophrys speculum y Cephalanthera longifolia, sin fotos para no repetir mucho) y colmenillas en ese recorrido que paisajísticamente ya merece la pena muy sobradamente.
Ya seguiremos viendo qué más cosas han ido ocurriendo por Grazalema, que con el atraso que llevo publicando ya os haréis a la idea de que han abundado las observaciones interesantes.










Lagunas de Espera

$
0
0



Si hace poco vimos las lagunas del sur de Córdoba con sus malvasías y otras especies, ahora viene el turno de un complejo endorreico que tengo más a mano de mi actual y temporal residencia en Prado del Rey (Cádiz).

La soleada tarde del 18 de abril opté por dar una vuelta por las lagunas de Espera, que lucen de maravilla con las lluvias que hemos tenido en abundancia este año. La vegetación de sus orillas y las distancias hacen que no sean un lugar óptimo para la observación de aves, pero de todos modos siempre se ven anátidas como el ánade friso (Anas strepera), el porrón común (Aythya ferina) y el pato colorado (Netta rufina) junto a otras aves clásicas de los humedales como el aguilucho lagunero (Circus aeroginosus).









Las campiñas donde se encuentran estas lagunas son entretenidas de por sí. Era ya tiempo de ver carralejas (Berberomeloe majalis) al pasear por estos campos llenos de conejos (Oryctolagus cuniculus), perdices (Alectoris rufa), tarabillas comunes (Saxicola torquatus) y trigueros (Emberiza calandra) bajo el vuelo de cernícalos vulgares (Falco tinnunculus) y cuervos (Corvus corax).













Era aún muy notorio el paso migratorio de lavanderas boyeras (Motacilla flava) y currucas zarceras (Sylvia communis) en compañía de otras aves estivales como el alcaudón común (Lanius senator) y las golondrinas dáurica (Hirundo daurica) y común (Hirundo rustica).











Las lavanderas boyeras no fueron las únicas aves poseedoras de colores fuertemente llamativos, también los abejarucos (Merops apiaster) llenaban el espacio con su colorido al igual que las mariposas arlequín (Zerynthia rumina). Mirando al suelo también se podían encontrar diseños fabulosos como los de las orquídeas Ophrys speculumOphrys scolopax.













Estas salidas son un contraste muy agradable a mis típicas rutas por la Sierra de Grazalema, que por cierto volverá a salir en la próxima publicación tal y como nos avisa la mole caliza del Torreón asomando por encima de los olivares y encinares.





Un completo domingo por la Sierra de Grazalema

$
0
0



Para el domingo 22 de abril no tenía aún muy claro lo que haría mientras el día anterior lo pasé sin salir al campo, hasta que José Juan Díaz me preguntó qué haría y le propuse subir a la Sierra de Grazalema para intentar ver roqueros rojos y lo que cayera.

Salimos temprano para evitar el fastidio de motoristas y domingueros en el Puerto de las Palomas y, con la agradable soledad del monte, acometimos la ruta que va rodeando el Cerro Coros mientras la niebla del embalse de Zahara-El Gastor se iba levantando.
Ya por el camino vimos alguna cabra montés (Capra pyrenaica) y durante la ruta vimos en la cima buitres leonados (Gyps fulvus), cogujadas montesinas (Galerida theklae), collalbas negras (Oenanthe leucura) y chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) entre otras especies de aves.










No tardamos mucho en localizar un macho de roquero rojo (Monticola saxatilis) que cantaba desde distintos posaderos y en pleno vuelo.
Pensaba que a partir de entonces este bonito pájaro se convertiría en un excelente aliciente en mis salidas por la zona, pero resulta que hasta ahora (un mes más tarde, ojo) no he conseguido volver a ver ninguno por allí en las cuatro visitas posteriores que he hecho... eso es más que mala suerte.
Estando asomados al mismo oteadero desde el que vimos el roquero rojo llegó un halcón peregrino (Falco peregrinus) y se posó en el cortado muy a la vista, seguramente al no darse cuenta de nuestra presencia. Otra rapaz reseñable fue el buitre negro (Aegypius monachus) que suele estar por allí, llegando a pasarnos por delante mientras remontaba una térmica.











Después fuimos al Puerto del Boyar para hacer la ruta que llega hasta el Puerto de las Presillas. Se puede continuar desde allí hasta el pueblo de Grazalema y alargar la ruta, pero no había gran cosa de interés en esos momentos y, con el canto de los escribanos soteños (Emberiza cirlus), pasamos a cotas más bajas de la sierra mientras íbamos parando a ver orquídeas. Tuvimos ni más ni menos que once especies distintas, para que os hagáis una idea del gran potencial de esta serranía.



Orchis olbiensis

Ophrys fusca

Aceras anthropophorum

Ophrys speculum

Orchis italica

Ophrys lutea

Ophrys tenthredinifera

Cephalanthera longifolia

Serapias parviflora

Ophrys scolopax

Ophrys bombyliflora

Para rematar el día aún podíamos hacer una tercera ruta, además una de las más populares del parque natural. Quisimos añadir el mirlo acuático (Cinclus cinclus) a las observaciones de la jornada, y conseguimos ver un ejemplar en el río Majaceite pese a las bajas expectativas por ser fin de semana, pero curiosamente no encontramos demasiados excursionistas cuando normalmente habría estado aquello hecho una romería.
Personalmente me parece que el repertorio de aves y orquídeas fue muy bueno, y desde el punto de vista senderista nos movimos por ambientes muy distintos en las cumbres calcáreas y los bien conservados bosques de ribera.
Próximamente veremos qué más ofreció la provincia de Cádiz durante abril antes de pasar a una interesantísima incursión por mi Jaén natal.





Clathrus ruber




Acabando abril

$
0
0



Estando a punto de acabar mayo yo sigo por esta ventana virtual repasando vivencias de hace un mes.
Con esta publicación recopilaré lo último que fui viendo cerca de mi actual entorno en Prado del Rey (Cádiz) durante los últimos días de abril, que estuvieron bastante entretenidos pese a que la única salida que hice fue la de la tarde del día 25 por la cola del embalse de Bornos.

Fue una tarde de agradable ambiente primaveral como se puede apreciar en la fotografía de cabecera con olivares alfombrados de flores amarillas y otras como los gladiolos y las orquídeas Serapias parviflora (también había una Ophrys lutea cerca de la orilla). Entre los herbazales se escondían los conejos (Oryctolagus cuniculus) y el espacio aéreo era patrullado por rapaces como el elanio (Elanus caeruleus) y un ejemplar melánico de aguilucho cenizo (Circus pygargus).









Los pájaros estaban muy activos y pude ver pardillos (Carduelis cannabina), currucas cabecinegras (Sylvia melanocephala), zarceros comunes (Hippolais polyglotta), verderones (Chloris chloris) y gorriones morunos (Passer hispaniolensis) junto a otros más que sólo se delataron por el canto y no se dejaron ver, como el ruiseñor común por ejemplo.








Las garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) iban de un lado a otro al tener colonia de cría, al igual que las pocas parejas de espátulas (Platalea leucorodia) que anidan en la zona junto a garzas y cormoranes, mientras que en la lámina de agua se veían de cuando en cuando los somormujos lavancos (Podiceps cristatus).

Lo que me resultó más grato de todo fue ver dos ejemplares de pagaza piquirroja (Hydroprogne caspia) dejándose ver bastante cerca al hacer sus patrullas de pesca, tanto que se puede leer la anilla de un ejemplar y su código UYF me ha revelado que nació en Suecia hace dos años. Ya son varias las veces que las he visto por aquí y es todo un gustazo poder verlas tan cerca de donde vivo ahora mismo, antes tenía que irme a las Salinas de Bonanza y no siempre eran tan buenas las observaciones.

Para ver un listado más completo de las aves observadas aquella tarde sólo tenéis que pinchar aquí: 












No hice ninguna salida por la sierra aquella semana, pero desde mi terraza tuve la oportunidad de ver algunas culebreras (Circaetus gallicus), águilas calzadas (Hieraaetus pennatus), buitres leonados (Gyps fulvus), un águila perdicera (Hieraaetus fasciatus), dos abejeros (Pernis apivorus) y un buen bando de milanos negros (Milvus migrans).

Una de las mejores sorpresas de estas fechas es encontrarse con un gran pavón nocturno (Saturnia pyri), que en este caso estaba en el patio del recreo de mi colegio y lo pude ver gracias a los niños que vinieron a avisarme. Ya de paso viene de perlas para hacer un poco de educación ambiental y contarles curiosidades, como por ejemplo la función de los ocelos de sus alas para intimidar a posibles depredadores.














Retomo mi costumbre de incluir en este tipo de publicaciones las observaciones que hago durante los viajes en coche, porque algunas son de lo más interesante. Tanto como por ejemplo éstas de la campiña sevillana con un bando de moritos (Plegadis falcinellus), flamencos (Phoenicopterus roseus), pagazas piconegras (Gelochelidon nilotica) y avocetas (Recurvirostra avosetta). Si miráis bien las fotos veréis también un avefría (Vanellus vanellus) y una cigüeñuela (Himantopus himantopus).

Por si no fuera bastante, lo acabo de redondear con unas imágenes del pueblo de Olvera antes de anunciar que las dos próximas entradas serán sobre un lugar especial para mí y se avecina algo espectacular...










De puente por la Sierra de Segura: 1ª parte

$
0
0



Por fin llegó el momento de una de las entradas de blog que más ganas tenía de publicar, iniciando un reportaje segureño en dos entregas que se complementan la una a la otra de manera que muestran bastante bien lo mucho que ofrece esta sierra jiennense durante su ebullición primaveral.

A finales de abril vinieron a Jaén mis amigos José Carlos Sires y Esperanza Poveda para pasar junto a mí dos días y pico en la Sierra de Segura. José Carlos ya quedó prendado de esta serranía desde que la conoció durante el otoño del 2017 y tenía mucho interés en que Esperanza también hiciera lo propio, así que vinieron bien dispuestos a disfrutar de este reino de roca caliza, agua y extensos bosques de pino laricio.

Yo tuve la oportunidad de llegar antes que ellos y empezar un poco por mi cuenta. La tarde del sábado 28 de abril estuve en el término de Santiago-Pontones viendo las inmensas moles rocosas de montañas como el Almorchón, el Puntal de la Misa o La Sagra. Esta última y enorme montaña (con 2.383 metros de altitud) está ya en la provincia de Granada, pero la naturaleza no entiende de estas fronteras artificiales que el ser humano crea a su antojo y comparte con sus agrestes vecinas una buena biodiversidad como la que vi aquella soleada tarde. Un ejemplo de ello fueron las culebreras (Circaetus gallicus), los vencejos reales (Apus melba), las chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax), las currucas carrasqueñas (Sylvia cantillans) o las collalbas grises (Oenanthe oenanthe).














Por la noche me reuní con mis compañeros de viaje en nuestro alojamiento del pueblo de Segura de la Sierra y les expuse mis planes para los dos siguientes días, aunque el tiempo inestable nos la jugó y tuve que hacer algunos cambios sobre la marcha.
De hecho, el domingo 29 amaneció muy nublado y a partir de entonces ya no vería más culebreras ni vencejos reales como la tarde anterior. El recorrido previsto por las zonas altas de la sierra tuvo que ser aplazado para otro momento porque incluso nevaba ligeramente y algunas montañas como el Almorchón se habían vestido de blanco durante la noche, pero no nos fuimos sin parar un momento en el nacimiento del río Segura para contemplarlo a rebosar de agua tras haber sufrido los estragos de la sequía meses antes.


Castillo de La Espinareda

El Tranco

Almorchón




En el valle del río Hornos y los bosques del término de Siles se estaba mejor, llegando hasta a tener momentos en los que lucía el sol y pudiendo tener nuestra jugosa ración de naturaleza segureña.

Empiezo por las orquídeas, que por estas tierras ofrecen un catálogo espectacular y sin hacer salidas centradas en ellas tuvimos un bonito repertorio de especies. Por esas fechas ya deberían verse Orchis purpurea y Cephalanthera damasonium, pero en este año con peculiares condiciones meteorológicas ha habido algún que otro atraso en los ritmos naturales y no florecieron aún, pero sí que pudimos ver otras especies como Orchis olbiensis, Ophrys speculum, Ophrys lutea, Ophrys incubacea, Ophrysscolopax y Dactylorhiza sulphurea.

Hornos de Segura










La ruta del Alto del Montero me pareció la mejor opción para dar un buen paseo observando aves. Tiene su punto de inicio en la aldea de La Platera y va pasando por un agradable mosaico de entornos que incluye olivares bastante abandonados, bosque de ribera, pinares y las orillas del embalse del Tranco.

Fuimos sobrevolados por águilas calzadas (Hieraaetus pennatus) y buitres leonados (Gyps fulvus) con cierta frecuencia, en las cercanías del embalse sorprendimos bastantes garzas reales (Ardea cinerea) y vimos en la arboleda y matorrales distintos pajarillos como el mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli) y la curruca capirotada (Sylvia atricapilla).
No fueron las únicas especies, por supuesto, vimos y oímos también otras como carboneros comunes, petirrojos, ruiseñores y oropéndolas. Precisamente del ruiseñor grabamos su canto, que aquí lo dejo junto con los reclamos de uno de los mosquiteros papialbos y con la curiosidad de un zorzal común cantando en el bosque de Las Acebeas (término de Siles). Esto ha sido importante para mí al constatar la presencia del zorzal común como muy posible reproductor en la zona.















Con el tiempo tan nublado y frío a ratos vimos pocos lepidóteros, pero justamente una de esas especies fue el cardenillo (Tomares ballus), pequeña y bonita mariposa de aspecto peludo que únicamente podemos encontrar en el sur de Francia, la Península ibérica y el norte de África.
Yendo por Segura era difícil no ver ardillas (Sciurus vulgaris) ni ciervos (Cervus elaphus), aunque otra historia es que se dejen fotografiar como en este caso.







Por la noche propuse hacer una salida de anfibios sabiendo que algunas especies estarían en pleno celo.
A las ranitas meridionales nos las encontramos con algo de atraso y no cantaban tan a pleno rendimiento como el año pasado por esas mismas fechas, y encima no conseguimos ver ninguna, pero al menos tenemos una grabación de sus cantos. Con los tritones pigmeos (Triturus pygmaeus) tuvimos mejor suerte y logramos ver algunos machos mostrando sus crestas nupciales junto a las hembras, rematando la salida nocturna al encontrar una inesperada salamandra (Salamandra salamandra morenica) que nos anunciaba con su presencia que más tarde empezaría a llover de lo lindo.

Si esto os ha gustado tenéis que saber que aún queda algo muy grande para la segunda parte de esta crónica, donde nos movimos por unos entornos distintos y tuvimos otros repertorios de especies que guardan muy agradables sorpresas.










De puente por la Sierra de Segura: 2ª parte

$
0
0

La Sagra desde la aldea de Don Domingo


Hay veces en que las segundas partes sí son buenas, así es con esta continuación del anterior reportaje de las andanzas por la Sierra de Segura junto a José Carlos Sires y Esperanza Poveda.

El día 30 de abril nos volvió a recibir con cielos nublados, aunque al menos sin la amenaza de lluvia o nieve como en el día anterior. Estando alojados en el pueblo de Segura de la Sierra ya puede uno desde el comienzo del día empezar a disfrutar de aves como el roquero solitario (Monticola solitarius), que suele pulular por los tejados de las casas, o de las cabras monteses (Capra pyrenaica) que nos brindaron un breve combate a testarazo limpio por parte de un grupo de jovenzuelos.











El plan del día era volver a las zonas altas de la sierra por el término de Santiago-Pontones en busca de una avifauna más montaraz.
Un pico picapinos (Dendrocopos major) nos dio la bienvenida en la pista que sube desde Despiernacaballos hasta el Puntal de las Buitreras, donde los buitres leonados (Gyps fulvus) hicieron honor al nombre del lugar haciendo acto de presencia al llegar desde las numerosas colonias de cría del entorno.

Cuando hay mucho ajetreo de estas enormes necrófagas es conveniente tener algo de paciencia y esperar por si llegara una de las estrellas de la sierra, tal como sucedió aquella mañana cuando aparecieron dos ejemplares de quebrantahuesos (Gypaetus barbatus). Uno de ellos me comentan que es el macho Génave, y el otro (posiblemente del 2015) es uno de esos ejemplares a los que desde el seguimiento de la especie ya se les ha perdido la pista al no responder bien el emisor.












Nos esperaban más avistamientos interesantes de aves rapaces con un alcotán (Falco subbuteo), un alimoche (Neophron percnopterus) y un tercer ejemplar de quebrantahuesos que me ha alegrado mucho saber que es la hembra Estela. Hay que ver lo guapa que está ya con su plumaje adulto, tan distinta a cuando la vi por primera vez en agosto de 2016.






En esos duros terrenos de cortados calizos y matorral espinoso (sobre todo el llamado cojín de monja) viven varias especies de pájaros de montaña que teníamos como objetivo, y la verdad es que se nos dio muy bien teniendo buenas observaciones de curruca tomillera (Sylvia conspicillata), collalba rubia (Oenanthe hispanica) y roquero rojo (Monticola saxatilis).

Con este último tuvimos uno de los grandes momentos de la jornada al verlo maravillosamente cerca. Primero lo vimos cantando a lo lejos y luego llevando una oruga en el pico antes de desaparecer entre las rocas, pero más tarde nos dio la sorpresa al verlo de repente muy cerca de donde nos habíamos quedado sentados a esperar. La lástima fue no poder grabar su canto igual de bien que lo fotografiamos, porque el viento jugaba en nuestra contra. De todos modos os dejo una grabación de su canto, que por cierto ofreció en un momento dado al mismo tiempo que cantaba un segundo ejemplar en vuelo.















La pista forestal que lleva entre bosques de pinos negrales y laricios hasta los cortados conocidos como Mirador de Juan León era un punto clave que el día anterior tuvimos que cancelar por las inclemencias del tiempo, así que pensé en recuperarlo y no se dio nada mal la cosa viendo un amplio repertorio que incluyó verderones serranos (Carduelis citrinella), un cuco (Cuculus canorus) al que le salían gallos cantando, carboneros garrapinos (Parus ater), un segundo alcotán y un cuarto quebrantahuesos (la hembra Marchena).

Conseguimos grabar al cuco, así como también un paisaje sonoro con diversas especies que delata la presencia de un macho de colirrojo real justamente en el mismo punto donde el año pasado grabamos otro... ¿será un territorio de cría como pensamos?













José Carlos tenía especial interés en ir a la enorme altiplanicie kárstica de los Campos de Hernán Perea, que le fascinaron siempre que ha venido, y dejar puesta una grabadora en una fuente a la que acuden numerosos pájaros a beber.
Yo no tenía muchas esperanzas puestas porque ya sé de antemano que este desolado paraje llega a ser poco productivo en días de mal tiempo, tal como nos ocurrió a nosotros, pero no fue en balde porque tuvimos un encuentro de calidad con una curruca zarcera (Sylvia communis) en una localización que tenía del año pasado, además de ver varios grupos de ciervos (Cervus elaphus) al atardecer.










Por la noche llovió bastante, lo que nos animó a dar una vuelta nocturna para buscar algún sapo partero bético. No tuvimos suerte con ese anuro endémico, pero a cambio vimos cuatro salamandras (Salamandra salamandra morenica), oímos el canto de un cárabo y tuvimos un fugaz encuentro con un tejón.







El día 1 de mayo tocaba recoger y despedirnos, teniendo como burla del destino una mañana que empezaba a despejarse después de las dos jornadas de cielos nublados que tuvimos previamente.

Costaba tener que irse viendo todavía en el mismo pueblo aves como el piquituerto (Loxia curvirostra), el alcotán o un bando migratorio de abejeros (Pernis apivorus), pero ya había que marcharse y yo tuve aún tiempo de ver alguna cosilla más mientras salía de la sierra con unos abejarucos (Merops apiaster) cerca de Orcera y un milano negro (Milvus migrans) en una chopera donde el año pasado sospeché que pudiera criar.











Tras pasar por el pueblo de La Puerta de Segura volví al entorno de campiñas y olivares que lleva hasta mi pueblo, Bailén, y fui pensando en lo muchísimo que deseo volver a Segura para el próximo curso 18/19. ¡Cruzad los dedos por mí!


 La Puerta de Segura


Fin de semana en El Estrecho

$
0
0



El Estrecho de Gibraltar es, sin duda, uno de los lugares más míticos de España y Europa para disfrutar de la naturaleza. Su cercanía con el continente africano hace que sea el destino preferido de las aves que escogen la ruta migratoria occidental, a lo que añadimos también tener una interesante avifauna de ambientes litorales, marismeños y monte mediterráneo.
Pocas novedades puede encontrarse allí un andaluz como yo, pero al estar viviendo en Cádiz este curso no podía dejar pasar la oportunidad de disfrutar en ese escenario donde se forjó la ornitología española de mano de los estudiosos británicos que allí observaban fascinados las aves ibéricas desde su base en Gibraltar.

Por todo ello me planté en Algeciras el primer fin de semana de mayo para coincidir con la migración de los abejeros (Pernis apivorus). Estas rapaces no lo ponen fácil en sus zonas de cría al tener unos hábitos tan discretos y, para colmo, en Andalucía están solamente de manera testimonial (norte de la provincia de Huelva). Pero al migrar se concentran masivamente y es una muy buena oportunidad para observarlos maravillosamente, así que me dispuse a esperar la migración mientras veía por las calles de la ciudad currucas zarceras (Sylvia communis) como adelanto.
Un cambio en la dirección del viento puede hacer que el grueso de aves se desvíe de su ruta original, como de hecho ocurrió mientras yo esperaba en el que se suponía que sería el mejor punto de observación, pero no fue en balde porque tuve oportunidad de ver pasar abejeros a corta distancia como yo quería.












En mi punto de observación y otros lugares cercanos a Algeciras pude también ver otras especies como escribanos soteños (Emberiza cirlus), pardillos (Carduelis cannabina), tarabillas comunes (Saxicola torquatus), vencejos pálidos (Apus pallidus), ratoneros (Buteo buteo), currucas cabecinegras (Sylvia melanocephala), culebreras (Circaetus gallicus), bisbitas campestres (Anthus campestris), ruiseñores (Luscinia megarhynchos), buitres leonados (Gyps fulvus), águilas calzadas (Hieraaetus pennatus) o golondrinas dáuricas (Hirundo daurica).















Djebel Muza en la costa africana

La playa de Los Lances al estar tan cerca en Tarifa fue una parada casi obligatoria para añadir limícolas al repertorio. El fortísimo viento de levante hacía que estar allí fuera un verdadero suplicio, pero no me marché sin ver al menos archibebes comunes (Tringa totanus), chorlitejos patinegros (Charadrius alexandrinus), correlimos tridáctilos (Calidris alba) y varios abejeros.
Es lugar de cría importante para el chorlitejo patinegro y otras especies, por lo que se ruega que allí se les respete y se lleven los perros atados, pero absolutamente todos los dueños de perros los llevaban sueltos ignorando los carteles, como siempre.













De regreso a Prado del Rey me pillaba de camino La Janda, a la que ya dediqué una publicación anterior y por ello no me extenderé ahora hablando de lo mucho que se perdió al desecar lo que fue la mayor laguna europea, pero podéis leerla y saber un poco más pinchando aquí.
Volví a ver abejeros y águilas calzadas en el cielo, con el añadido de aves acuáticas como la garcilla cangrejera (Ardeola ralloides), la espátula (Platalea leucorodia) y el morito (Plegadis falcinellus).

Me llamó la atención ver justo al lado de un carril una colonia de garcillas bueyeras (Bubulcus ibis), muchas de ellas con sus colores nupciales en su mejor momento, tan cerca que parecía una broma.
Pero si las garcillas bueyeras se dejaban ver cerca no se quedó corto un macho de faisán vulgar (Phaisanus colchicus) que apenas se esforzada por apartarse de mí y se alejaba muy lentamente... no sé qué gracia le verán los cazadores a disparar a un ave así de mansa (bueno, sí lo sabemos todos en realidad).














También me vino de perlas pasar cerca de Vejer de la Frontera para desviarme un momento a ver la colonia de ibis eremitas (Geronticus eremita) que se asienta en sus afueras. Se encontraban criando con sus pollos bien creciditos y llamaba como siempre la atención su tranquilidad y carácter confiado.
Con los faisanes se entiende la mansedumbre al ser animales de granja que sueltan en los cotos, pero con los ibis se ve que sucede como con las garcillas bueyeras de más arriba porque hay aves que son así por naturaleza... y esto les empujó al borde de la extinción. Aún hace unas décadas anidaban sobre edificios en Marruecos, donde los ejemplares que quedan en libertad también exhiben ese carácter confiado.











La verdad es que por momentos me sentí muy disgustado al perderme el paso masivo de enormes bandos de abejeros, y también por no haber podido ver mariposas monarca, pero con el resultado general quedé más que satisfecho finalmente. No todos los días uno va por los mismos lugares que los ornitólogos del pasado, de los que precisamente dejo un par de enlaces a su obra:










Un par de salidas por el Embalse de Bornos

$
0
0



A primeros de mayo hice un par de salidas por el Embalse de Bornos, un lugar que infravaloré al empezar el curso por culpa de lo deslucido que quedaba a causa de la terrible sequía del año pasado, pero con la enorme cantidad de agua recibida cambió hasta convertirse en un referente para mis salidas cortas entre semana.

El día 3 estuve viendo en sus orillas las malditas carpas que nos "regalan" los pescadores junto a especies autóctonas como el galápago leproso (Mauremys leprosa) y el andarríos chico (Actitis hypoleucos). Al ver las libélulas Anax parthenope y Gomphus pulchellus parecía que comenzaría la temporada de odonatos, aunque al avanzar mayo ya vi que la inestabilidad meteorológica me diría lo contrario.








Las aves más visibles fueron las grajillas (Corvus monedula), los cernícalos vulgares (Falco tinnunculus) y los vencejos pálidos (Apus pallidus). A esto sumémosle las observaciones de águilas calzadas (Hieraaetus pennatus), un ejemplar melánico de aguilucho cenizo (Circus pygargus) y dos águilas perdiceras (Hieraaetus fasciatus).









Tuve una maravillosa observación cercana de garza imperial (Ardea purpurea), tanto que llamó la atención de dos paseantes que se acercaron a preguntarme por la especie. Tanto público incomodó al ave y voló brevemente para posarse en un lugar que consideró más seguro, aunque no muy lejos que digamos y permitiéndome ver la bonita estampa que ofrecía posada sobre roca arenisca y monte mediterráneo.
En otro punto de observación antes de marcharme a casa tuve tiempo de ver a los ánades frisos (Anas strepera) con sus pequeños, alcaudones comunes (Lanius senator) y abejarucos (Merops apiaster).










El día 8 volví nuevamente junto a Álvaro de las Heras para intentar comprobar la presencia de águilas pescadoras. No detectamos ningún ejemplar, pero no nos fuimos con las manos vacías para nada al poder ver otras especies del paraje.

Parece que un perro u otro animal espantó la colonia de cría de ardeidas y cormoranes porque levantaron el vuelo a lo lejos y estuvieron dando vueltas hasta volver a posarse. Normalmente las espátulas (Platalea leucorodia) se ven a esa gran distancia, pero un par de ellas nos pasaron volando cerca mientras examinábamos el embalse en busca de águilas pescadoras.
El resto de especies observadas incluyó más galápagos leprosos, lagartijas andaluzas (Podarcis vaucheri), chorlitejos chicos (Charadrius dubius), cernícalos primillas (Falco naumanni), papamoscas grises (Muscicapa striata), abejeros (Pernis apivorus) y un águila perdicera.













Su cercanía con mi domicilio temporal en Prado del Rey y su interesante repertorio de especies han enriquecido muchísimo mi habitual campeo por la sierra (la de Grazalema en estos casos), yo desde luego nunca había tenido garzas imperiales y espátulas tan a mano como las cabras monteses y mirlos acuáticos.







Viewing all 1216 articles
Browse latest View live




Latest Images